Les digo que este, y no aquel, volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Lucas 18:14. NVI.
Lectura: Lucas 18:9-14. Versículo del día: Lucas 18:14.
MEDITACIÓN DIARIA
A veces creemos que por
ser cristianos o porque conocemos bastante de la Biblia somos mejores que otros
y ¡cuán errados estamos! No pensemos que el Señor enseño esta parábola que es
la del fariseo y el recaudador de impuestos, solamente porque se ajustaba a la
situación de aquella época. En estos tiempos y en pleno siglo XXI sucede
exactamente lo mismo. De por sí, hay iglesias que menosprecian a algunos de sus
feligreses mirándolos con ojos acusadores, como si todos no fuésemos exactamente
iguales de pecadores.
La semana pasada se dio
el caso en Texas, de un joven cristiano que perdonó y abrazó a la exagente de
policía que mató por equivocación a su hermano Botham en el 2018. Este joven
hizo llorar a los presentes porque mientras en la sala todos pedían más condena
para la mujer, él valientemente los enfrentó haciéndoles caer en cuenta que todos
somos pecadores. Según la prensa, se dirigió a Amber, la expolicía, con
lágrimas en los ojos diciéndole: ‘ni siquiera quiero que vayas a la cárcel.
Quiero lo mejor para ti, porque sé que eso es exactamente lo que Botham querría
y lo mejor sería dar tu vida por Cristo. Te amo como persona y no te deseo nada
malo’. Así es: todos somos pecadores. Estoy convencida que el cielo estará
lleno de pecadores, pero pecadores justificados solamente por la sangre de
Cristo. Esto nos confirma la parábola de la lectura. No podemos darnos golpes
de pecho tratando de convencer a Dios que somos menos pecadores como lo hizo el
fariseo. A su casa volvió el recaudador de impuestos justificado ante Dios
porque se humilló y reconoció su pecado mientras que el otro se creía muy santo
y cumplidor de la ley.
Amado Señor:
gracias porque cada día nos enseñas más; unas veces con tu misma Palabra y
otras a través de testimonios como el del joven de Texas, narrado. ¡Gracias por
este joven Señor! Enséñanos no solamente a perdonar sino también a no dejar que
nuestro ego se suba y pase los límites, sin darnos pie para aprovechar las
ocasiones y hablar de ti por donde quiera que vayamos. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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