lunes, 28 de octubre de 2019

Retómame Señor en tus brazos


Nosotros, colaboradores de Dios, les rogamos que no reciban su gracia en vano. Porque él dice: En el momento propicio te escuché, y en el día de salvación te ayudé. Les digo que este es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación! 
2 Corintios 6:1-2. NVI-

Lectura: 2 Corintios 6:1-13.  Versículos del día: 2 Corintios 6:1-2.

MEDITACIÓN DIARIA

Si ya conociste al Señor piensa en el día que Él te buscó. Quizá lo dejaste pasar de largo y aún más: ya lo olvidaste y te alejaste porque pusiste tu mirada en otras cosas. Pero con todo mi corazón yo te reto a que vuelvas a Él, porque en el momento propicio te escuchó y te ayudó. ¡Ese fue el día de tu salvación!
Lo que el Señor Jesús vino a hacer por ti, no fue nada fácil: dio su vida misma por ti; para que tuvieras nuevamente una relación directa con Dios Padre. Dio su vida para que tus pecados fueran perdonados y tuvieras acceso directo al cielo. Cuando conoces a Jesús como Señor y Salvador de tu vida, Él te da lo siguiente: Presencia, “A estos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27). Perdón, “en quien tenemos redención, el perdón de pecados” (Colosenses 1:14). Llegaste a ser hijo de Dios, “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12). Derecho a una vida eterna, “Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida” (Juan 5:24). Propósito, “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
Por favor no te olvides de Jesús de Nazaret. No te olvides del día en que te buscó y tú le dijiste ‘si’. No recibas ese regalo en vano; es toda su gracia derramada en ti. Oremos:

Amado Señor Jesús: Hoy te doy gracias por permitirme conocerte un día. Gracias porque me llamaste en el día exacto y me escuchaste en el momento propicio. Te pido perdón porque no alcancé a vislumbrar tu obra redentora en la cruz por mí y deseo agradarte de ahora en adelante. Retómame Señor y guíame por la senda de tu perfecta voluntad.

Un abrazo y bendiciones.

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