sábado, 5 de octubre de 2019

Los mandatos de hombres no van con la gracia derramada


El Señor dice: Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres. 
Isaías 29:13. NVI.

Lectura: Isaías 29:13-16.  Versículo del día: Isaías 29:13.

MEDITACIÓN DIARIA

Considero que el cristianismo se debe diferenciar de cualquier otra religión porque precisamente no lo es, porque no sigue reglas humanas ni mandatos. Ahora vivimos bajo la gracia que nos diferencia enormemente del pueblo judío ya que ellos aún tratan de cumplir la ley dada por el Dios a Moisés. Igual sucede con las religiones: son cargas y cargas que ni siquiera sacerdotes o líderes pueden con ellas pero que sí quieren que sus feligreses las practiquen. El Señor Jesús les dijo a los fariseos y maestros de la ley lo siguiente: “¡Qué mal les va a ir a ustedes también! Porque imponen mandamientos muy difíciles de cumplir, pero no hacen ni el más mínimo esfuerzo por cumplirlos” (Lucas 11:46 TLA). La transcribí en el lenguaje actual para hacerla más entendible. A las personas les queda difícil entender que bastó el sacrificio de Cristo y su resurrección para poder gozar de ese regalo maravilloso que es la gracia. Por gracia somos salvos no por obras (Efesios 2:8-9).  Pablo hace la amonestación muy clara hablándole a los gálatas: “¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente? Solo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?” (Gálatas 3:1-3). Los mandatos enseñados por hombres no van con la gracia derramada. ¡Aleluya!
Solamente Dios conoce lo que hay en cada corazón. Sabe exactamente cuándo en verdad lo adoramos y Él no se deja llevar por palabras elocuentes o vanas; le gusta la sinceridad y se deleita con un corazón contrito y humillado. Además, creo yo, cada minuto, cada segundo en nuestra vida podemos estar adorándole. Tú puedes ir haciendo el trabajo cotidiano y a la vez hablarle al Señor dándole gracias por ese trabajo, por esas manos para elaborarlo, por tu mente para pensarlo. Si estás en consulta médica, igual, etc.; para mí, esto es el ‘orar sin cesar’ (1 Tesalonicenses 5:16-18). Alegres dando gracias al Señor en todo.

Amado Señor: gracias por habernos escogido como tu pueblo que ahora somos. Gracias por el regalo maravilloso de la salvación, donde entendemos que solo bastó tu sacrificio. ¡Gracia sobre gracia nos has dado! Enséñanos buen Dios a buscarte sinceramente; a alabarte y honrarte como bien lo hacen los niños, con corazón sincero. También ensáñanos a vernos como el instrumento que Tú pusiste para instruir a otros.

Un abrazo y bendiciones.

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