viernes, 11 de octubre de 2019

El tiempo de cruzar al otro lado está muy cerca


Aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, tu maestro no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás. 
Isaías 30:20. NVI.

Lectura: Isaías 30:15-26. Versículo del día: Isaías 30:20.

MEDITACIÓN DIARIA

En la vida cristiana tenemos que cruzar desiertos bien áridos y calurosos en donde la sed nos acorrala y en donde nos sentimos desfallecer con frecuencia. Creo que yo he vivido desiertos financieros, emocionales, físicos y bueno tal vez sin tenerlo muy presente y quizá como consecuencia de los anteriores o por mi propio alejamiento, desiertos espirituales. Lo lindo de todo esto, es que el Señor no nos dejará interminablemente ahí. Nos ha prometido una tierra que fluye leche y miel y así es.  Muy claro nos lo afirma el versículo del día: “Aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, tu maestro no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás”.
Muchas veces necesitamos como dicen: respirar tranquilo, contar hasta diez e incluso revisar nuestra vida y si es necesario perdonar y pedir perdón (v. 15). Al primero, debe ser a Dios. De todas maneras, sin decirnos mentiras, en cierta forma tampoco le hemos creído y dudamos de su fidelidad. Yo les puedo decir por mi propia experiencia: no es fácil. Una cosa es mirar los toros desde la barrera y otra estar en el ruedo. Para nada es fácil; pero lo hermoso es que al final, el Señor con su bondad y misericordia nos enrolla en un amor que también es difícil de explicar porque nos damos cuenta hasta dónde llega ese, su amor inagotable. Por ejemplo: cuando me diagnosticaron cáncer de seno, el mundo literalmente se me cayó. Después de exámenes van, exámenes vienen y cirugías tras cirugías, me sentía completamente desolada. Pero ¡Gloria a Dios! Si no hubiera pasado por todo eso, al final no habría podido darle al Señor todo el reconocimiento por su obra realizada en mí. Él actuó en mi vida, hizo el milagro y completamente me sanó. “Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad; por eso se levanta para mostrarles compasión… ¡Dichosos todos los que en él esperan!” (v. 18). Así que no temas; si lo estás viviendo, entrégale esa carga al Señor que Él la llevará por ti. El tiempo de cruzar al otro lado quizá está más cerca de lo que imaginas. Con tus propios ojos lo verás.

Amado Jesús: gracias porque todas las cosas nos ayudan para bien. No lo entendemos puesto que cuando estamos en adversidad nuestro entendimiento se cierra y se enloquece, pero cuando cruzamos al otro lado y nos sentamos, la calma y la serenidad nos reviven y esto es obra Tuya. Gracias bendito Dios. Eres Tú quien diriges nuestros pasos y nos llevas a tierra fértil y espaciosa. ¡Alabamos y bendecimos Tu Nombre!

Un abrazo y bendiciones.

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