¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? ¿Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: ¿Por qué me hiciste así?
Romanos 9:20. NVI.
Lectura: Romanos 9:1-29. Versículo del día: Romanos 9:20.
MEDITACIÓN DIARIA
Dios es soberano y eso debemos de tenerlo muy claro.
Quizá se pueda cuestionar el porqué permitió o permite aún guerras, hambres,
violaciones, muertes, etc. O como en la lectura que nos habla de la elección
soberana de Dios que decidió bendecir a Jacob y no a Esaú; nadie puede
cuestionarle su actitud porque precisamente es Dios y nosotros no somos nadie
para discutirle sus disposiciones. “¿Qué concluiremos? ¿Acaso es Dios injusto?
¡De ninguna manera! Es un hecho que a Moisés le dice: Tendré clemencia de quien
yo quiera tenerla, y seré compasivo con quien yo quiera serlo” (vv. 14-15).
Reflexionemos sobre la lectura y no nos creamos más
que Dios, ya que si Él bien dispuso llamarnos es porque nos ha tenido
misericordia y clemencia porque bien dice su Palabra lo siguiente: “Por lo
tanto, la elección no depende del deseo ni del esfuerzo humano, sino de la
misericordia de Dios” (v. 16). Debes de sentirte orgulloso y a la vez
agradecido con el Señor de que haya puesto los ojos en ti. Y si lo cuestionas
por lo que te sucede alrededor: “¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? ¿Acaso
le dirá la olla de barro al que la modeló: ¿Por qué me hiciste así?” (v. 20).
Dura Palabra para nosotros, pero necesario darla para recordarnos quién manda a
quien y reconocer su soberanía sin discusión alguna, porque: “¿No tiene derecho
el alfarero de hacer del mismo barro unas vasijas para usos especiales y otras
para fines ordinarios?” (v. 21). ¡Claro que lo tiene! Él es el Amo, Señor de
señores, Rey de reyes y el Dios verdadero.
Amado Señor: te pedimos perdón porque en verdad,
muchas veces hemos cuestionado tus decisiones sin tener en cuenta que no somos
más que el barro en tus manos y que solamente por tu misericordia estamos aquí
en unión Contigo. ¡Gracias bendito Dios por haber puesto tus ojos en nosotros y
tenernos entre los que ahora llamas ‘tu pueblo’! ¡Gracias, muchas gracias buen
Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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