Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.
Romanos 7:18-19. NVI.
Lectura: Romanos 7:1-25. Versículos del día: Romanos 7:18-19.
MEDITACIÓN DIARIA
Creo que nadie sin excusa puede afirmar que le pasa lo
mismo que a Pablo. Como lo dice él: en mi naturaleza pecaminosa, en mi carne,
no mora el bien; aunque quiera hacerlo, no puedo hacerlo. ¡Se nos avecina un conflicto!
Pero gracias al Señor Jesucristo hemos quedado libres de la ley para servir al
que nos da todo poder a través de su Santo Espíritu (vv. 5-6).
Miremos: ser tentado es diferente a caer en pecado. Si
pecamos, abogado tenemos ante el Padre: a Jesucristo el justo (1 Juan 2:1). Nuestro
pensamiento o deseo pudo haber sido seguir a Cristo y no fallarle. Pero llegan
las reacciones de la carne que se pueden manifestar en forma de pensamientos o
deseos que también pueden transformarse en acciones. Es ahí cuando hay que arrepentirse
y pedir perdón para levantarse y continuar: “Si confesamos nuestros pecados,
Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1
Juan 1:9). Bien lo expresa Pablo: “¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará
de este cuerpo mortal? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!”
(vv. 24-25 en la lectura). Sí, gracias Señor Jesucristo. Somos débiles pero Él
es nuestra fortaleza.
Señor Jesús: en tu Palabra está escrito que seríamos
mentirosos si decimos que no pecamos. Lo reconocemos y te pedimos perdón por
esto. Gracias porque no solamente nos perdonas, sino que también nos limpias.
Gracias por el poder que nos das con tu Santo Espíritu para renunciar a la naturaleza pecaminosa. ¡Te amamos bendito Señor! ¡Tu misericordia es incuestionable!
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario