Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.
Romanos 8:1. NVI.
Lectura: Romanos 8:1-17. Versículo del día: Romanos
8:1.
MEDITACIÓN DIARIA
Este versículo fue de los primeros que me enseñaron
cuando recibí al Señor en mi vida y en verdad afianzó mi fe en Él y en la
promesa de una vida eterna a su lado. El Señor Jesús vino a darnos vida. La ley
del Espíritu de vida me ha liberado de la muerte y del pecado. Por eso Dios
envió a su Hijo, para que se ofreciera por el pecado (vv. 2-3), y nosotros al
aceptar su sacrificio y muerte en la cruz, confesándolo con nuestra boca
(Romanos 10:9-10), quedamos libre de ese peso. ¡Gloria a Dios! Ahora vivimos
según el Espíritu y no dominados por la naturaleza pecaminosa (v. 4).
Ya que somos creaciones nuevas, comportémonos como lo
que decimos que somos: permitamos que sea el Espíritu de Dios el que controle
nuestra mente para que tengamos vida y paz. Ya fuimos declarados justos a los
ojos de Dios. (vv. 6b y 10). Tienes que tener la firme convicción de que ya perteneces
a Cristo Jesús y por lo tanto todos, absolutamente todos tus pecados han sido
perdonados. El Señor murió por nuestros pecados hace dos mil años; ni siquiera
tú o yo habíamos nacido, pero ya nos conocía de antemano y por esos pecados Él
fue clavado en esa horrenda cruz. Acepta ahora sin reparo alguno, la gracia que
te ofrece y vive para Él.
Amado Señor Jesús: gracias porque Tú sin ser pecador cargaste
con todo el peso de nuestra transgresión y rebeldía. Tu divina gracia es la que
ahora nos faculta para seguirte y hacer morir la carne que aún brota en
nosotros. Gracias Papito Dios porque nos adoptaste como tus hijos y queremos
ser obedientes a tu Palabra para hacernos dignos de pertenecer a tu familia
celestial. ¡Alabado sea por siempre tu Nombre! ¡Toda la gloria y honor sean
para Ti Señor Jesús!
Un abrazo y bendiciones.
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