Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes.
Salmo 127:1. NVI.
Lectura; Salmo 127:1-5. Versículo del día: Salmo 127:1.
MEDITACIÓN DIARIA
Una casa sin el Señor es una casa vacía. Podemos
entrar a un suntuoso palacio, pero indiscutiblemente cuando no tiene el sello
de Dios, se siente frío y lúgubre así tenga las riquezas que tenga. En cambio,
hay ranchos muy sencillos, pero con el toque del Señor son acogedores y al entrar
en ellos se siente un aire de satisfacción y tranquilidad. Es la presencia del
Él rondando en todos los rincones.
El Señor instruye a sus seguidores haciéndoles ver que
si lo llaman Señor hay que oír sus palabras y ponerlas en práctica. “Es como
una persona que, para construir una casa, cava hondo y echa los cimientos sobre
roca sólida. Cuando suben las aguas de la inundación y golpean contra esa casa,
esta queda intacta porque está bien construida” (Lucas 6:48 NTV). Estos son los
que ponen por cimiento a Cristo; Él es el Fundamento (1 Corintios 3:11) y a la
vez la Roca viva despreciada por los hombres (1 Pedro 2:4). Pueden venir
vientos o inundaciones y su casa no caerá porque está bien construida. Así que
pregúntate: ¿ha sido Jesús el Amo de tu casa? Recuerda que el señorío le
pertenece. ¿Permites que otros de tu casa sigan construyendo sobre esas bases? Piensa
en tu cónyuge e hijos. ¿Adornas tu casa con la oración y la Palabra? Considero
que con sólo estas preguntas ya entenderás si el Señor es el constructor de tu
casa.
Señor Jesucristo: Te entregamos no solo nuestras vidas
sino también nuestros hogares con todos los que habitan bajo ese techo.
Deseamos que sean lugares de paz, de regocijo y de amor. Que allí siempre se
respire el aroma Tuyo y podamos esparcirlo a todos los que nos visiten. Gracias
por permitirnos conocerte y tenerte como nuestro Señor y Salvador. Nuestras
casas te pertenecen. ¡Glorifícate en ellas! ¡Bendito Eres por siempre!
Un abrazo y bendiciones.
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