miércoles, 15 de mayo de 2019

Jesús puede resucitar lo muerto en ti


Entonces se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron, y Jesús dijo: —Joven, ¡te ordeno que te levantes! El muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Lucas 7:14-15. NVI.

Lectura: Lucas 7:11-17.  Versículos del día: Lucas 7:14-15.

MEDITACIÓN DIARIA

Jesús en su ministerio no solamente sanó enfermos. Hacía poco lo había hecho con el siervo del centurión y ahora seguía mostrando no solamente su poder sino también su misericordia. Dice la lectura que esta mujer era viuda y solamente tenía un hijo, el cual se acababa de morir. O sea, quedaba completamente desamparada por consiguiente era lamentable su situación. “Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: —No llores” (v. 13); y después procede a resucitar a su hijo.
Ahora veamos la situación por el lado espiritual de cada uno de nosotros. Efesios 2 dice que nosotros antes estábamos muertos en nuestras transgresiones y pecados por esto éramos objeto de la ira de Dios. Pero que Dios en su misericordia, por su gran amor nos dio vida con Cristo y por gracia fuimos salvados. Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo entrar en las regiones celestiales (Efesios 2:1-10). ¡Gloria al Señor! Más adelante ahí mismo en Efesios está escrito: “recuerden que en ese entonces ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12). Como esa viuda había un pasado triste, un presente amargo y un futuro sin esperanza. ¿Cuántas veces te sientes así? El Señor hoy te está mostrando que no hay nada, absolutamente nada imposible para Él. Tu vida puede tener el pasado más violento y solitario, pero Jesús te ofrece un presente real y un futuro con una esperanza verdadera: la vida eterna. Te invito a orar:

Amado Señor Jesús: Tú eres la fuente de la vida y a Ti recurro para que ese pasado triste y lúgubre se borre completamente con tu poder obrando en mí. Gracias por perdonar mis pecados y limpiarme de toda culpa. Gracias por permitirme entrar a las regiones celestiales a tu lado. Gracias porque por tu amor tengo una esperanza gloriosa. ¡Te alabo y te adoro bendito Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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