Que rebosen mis labios de alabanza, porque tú me enseñas tus decretos.
Salmo 119-171. NVI.
Lectura: Salmo 119:169-176. Versículo del día: Salmo 119:171.
MEDITACIÓN DIARIA
Tal parece que el Salmista se extravió y empieza su
oración clamándole al Señor basado en lo que dice su Palabra y en las promesas
que de Él ha recibido. Lo hermoso es que no se queda solamente en pedir; él
mismo entiende que su oración sin agradecimiento y alabanza no puede ser. “Que
entone mi lengua un cántico a tu palabra” (v. 172); “Déjame vivir para alabarte”
(v. 175). Y al final reconoce que necesita
urgentemente que lo rescate y lo saque a flote nuevamente. En la traducción del
lenguaje actual (TLA), dice el versículo 176: “ven a buscarme, pues te pertenezco”.
Muy hermoso saber que pase lo que pase, nuestro Dueño no nos dejará ni
abandonará. “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los
ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo
alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del
amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:
38-39).
Así como este Salmo le sirvió al salmista para probar
su corazón y su vida, de la misma manera nos debe estimular para que a través
de la oración podamos abrir nuestro corazón sinceramente al Señor. Hay que hablarle, adorarle, reconocer nuestro
pecado y entender que la alabanza cautiva a nuestro Dueño. Su amor estará
siempre ahí para rescatarnos y volvernos al camino correcto.
Mi Amado Dios: Sí; que rebosen nuestros labios de
alabanza hacia Ti. Estamos tan agradecidos de saber que tu amor nunca se
extingue. De saber que tu divina gracia derramada a través de Cristo nuestro
Señor es el aliciente que nos motiva a continuar. Gracias bendito Señor por el cuidado
tierno que nos tienes como ovejas de tu rebaño, para llevarnos de tu mano hacia
la Patria Celestial. ¡Eres un Dios Incomparable y Majestuoso! ¡Gracias porque pertenecemos
a tu reino! ¡Alabamos y bendecimos tu Nombre por siempre y para siempre!
Un abrazo y bendiciones.
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