Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas.
Romanos 2:1.
Lectura: Romanos 2:1-16. Versículo del día: Romanos 2:1.
MEDITACIÓN DIARIA
No sé por qué es tan fácil juzgar. Infortunadamente
hay personas que escuchan la Palabra de Dios, la escriben e incluso la mandan a
sus contactos, pero sus corazones están llenos de envidia, de resentimiento y
de odio. Están atentos a cualquier desliz del que quizá se llama amigo(a) para
señalarlo con el dedo sin tener en cuenta que sus acciones dejan mucho que
desear. Es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno y no mirarla en el propio.
Quizá si entendiéramos que el Señor Jesús vino precisamente
por todos aquellos que tildamos de malos y que Él con su amor ofrecido está
dispuesto a cubrir todas las faltas, empezaríamos a ser más benévolos y más
humildes frente al prójimo. Pero, si rechazamos el sacrificio de Jesús en la
cruz, muerto por nuestros pecados, no queda nada más. “¿Piensas entonces que
vas a escapar del juicio de Dios, tú que juzgas a otros y sin embargo haces lo
mismo que ellos?” (v. 3). Dura Palabra es ésta, pero es la verdad. Por eso lo
mejor es aprender a callar, a crecer cada día con el Señor y aceptar la regeneración
que Él nos ofrece a través de su Santo Espíritu. Tengamos mucho cuidado cuando
juzgamos, porque al hacerlo, nos estamos haciendo culpables a la vez.
Amado Señor: Te pedimos perdón por las veces que hemos
juzgado a priori sin tener en cuenta que Eres Tú quien pesas los corazones.
Enséñanos a mirar primero nuestros errores y a ser más consecuentes con lo que
hablamos. Ante todo, Señor, te pedimos que nos llenes del fruto de tu amor para
ser misericordiosos con el que cae, ya que Tú haces lo mismo con cada uno de
nosotros. Muchas gracias por tanto amor y perdón derramado.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario