Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado.
Jeremías 1:5. NVI.
Lectura: Jeremías 1:1-10. Versículo del día: Jeremías 1:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Hoy le doy gracias al Señor, porque ayer fue mi
aniversario de haberlo recibido en mi corazón y en verdad, al comienzo uno se
detiene para hablar del Señor, y quizá se pregunta igual que Jeremías: “¡Ah,
Señor mi Dios! ¡Soy muy joven, y no sé hablar!” (v. 6), pero poco a poco va aprendiendo
a caminar con Él. Y escuchas cuando te dice: “No digas: Soy muy joven, porque
vas a ir adondequiera que yo te envíe, y vas a decir todo lo que yo te ordene.
No le temas a nadie, que yo estoy contigo para librarte. Lo afirma el Señor” (vv.
7-8). Y es que al igual que pasa con los niños: toman leche, primero gatean, después
pasitos y por fin se sueltan, corren; y ya comen alimento sólido. Sin embargo,
a lo largo de la vida, se tiene que andar con cuidado porque es muy fácil
tropezar; así es nuestra vida cristiana. Cada día aprendo algo nuevo; me doy
cuenta que crezco y avanzo con mejores pasos. Hasta que llega el momento de
decirnos: “He puesto en tu boca mis palabras. Mira, hoy te doy autoridad sobre
naciones y reinos, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para
construir y plantar” (vv. 9-10).
Mi vida cristiana ha sido de luchas, carreras,
frustraciones, tristezas, dolores y quebrantos de salud, lo que me ha hecho
entender el versículo de: “Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas;
pero anímense, porque yo he vencido al mundo” (Juan 16:33 NTV). Tengo que
testificar que también han abundado los éxitos, las alegrías, las recompensas y
las bendiciones por doquier. Además, si estas cosas no hubiesen sucedido, el
Nombre del Señor no se habría glorificado y yo no habría madurado espiritualmente.
El solo hecho de ver como mi Señor me sacó de la muerte en dos ocasiones son
muestras de su gran amor por mí. Aparte de todo eso, mi esposo es cristiano y
todos mis hijos siguen al Señor. Los casados con sus cónyuges y niños y mi hijo
soltero sirviendo con su ministerio. Así que como me dijo en una ocasión una amiga:
¿qué más le puedes pedir al Señor? Sí;
ha sido tanta su bondad que solo tengo palabras de gratitud y de alabanza hacia
mi Dios y Salvador.
Gracias Señor por haber puesto tus ojos en mí aun
desde antes de conocerte. Con razón dices que yo no te elegí, sino que fuiste Tú
quién me elegiste. Eres Grandioso buen Señor. Retroceder en el tiempo es ver
las maravillas que fuiste haciendo con este barro. Sé que todavía me falta,
pero Tú terminarás la buena obra empezada. ¡Estoy tan agradecida Contigo! ¡Por siempre
te alabaré y anunciaré tu Nombre!
Un abrazo y bendiciones.
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