lunes, 15 de abril de 2019

En mi Aniversario Contigo Señor


Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado. 
Jeremías 1:5. NVI.

Lectura: Jeremías 1:1-10.  Versículo del día: Jeremías 1:5.

MEDITACIÓN DIARIA

Hoy le doy gracias al Señor, porque ayer fue mi aniversario de haberlo recibido en mi corazón y en verdad, al comienzo uno se detiene para hablar del Señor, y quizá se pregunta igual que Jeremías: “¡Ah, Señor mi Dios! ¡Soy muy joven, y no sé hablar!” (v. 6), pero poco a poco va aprendiendo a caminar con Él. Y escuchas cuando te dice: “No digas: Soy muy joven, porque vas a ir adondequiera que yo te envíe, y vas a decir todo lo que yo te ordene. No le temas a nadie, que yo estoy contigo para librarte. Lo afirma el Señor” (vv. 7-8). Y es que al igual que pasa con los niños: toman leche, primero gatean, después pasitos y por fin se sueltan, corren; y ya comen alimento sólido. Sin embargo, a lo largo de la vida, se tiene que andar con cuidado porque es muy fácil tropezar; así es nuestra vida cristiana. Cada día aprendo algo nuevo; me doy cuenta que crezco y avanzo con mejores pasos. Hasta que llega el momento de decirnos: “He puesto en tu boca mis palabras. Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar” (vv. 9-10).
Mi vida cristiana ha sido de luchas, carreras, frustraciones, tristezas, dolores y quebrantos de salud, lo que me ha hecho entender el versículo de: “Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo” (Juan 16:33 NTV). Tengo que testificar que también han abundado los éxitos, las alegrías, las recompensas y las bendiciones por doquier. Además, si estas cosas no hubiesen sucedido, el Nombre del Señor no se habría glorificado y yo no habría madurado espiritualmente. El solo hecho de ver como mi Señor me sacó de la muerte en dos ocasiones son muestras de su gran amor por mí. Aparte de todo eso, mi esposo es cristiano y todos mis hijos siguen al Señor. Los casados con sus cónyuges y niños y mi hijo soltero sirviendo con su ministerio. Así que como me dijo en una ocasión una amiga: ¿qué más le puedes pedir al Señor?  Sí; ha sido tanta su bondad que solo tengo palabras de gratitud y de alabanza hacia mi Dios y Salvador.

Gracias Señor por haber puesto tus ojos en mí aun desde antes de conocerte. Con razón dices que yo no te elegí, sino que fuiste Tú quién me elegiste. Eres Grandioso buen Señor. Retroceder en el tiempo es ver las maravillas que fuiste haciendo con este barro. Sé que todavía me falta, pero Tú terminarás la buena obra empezada. ¡Estoy tan agradecida Contigo! ¡Por siempre te alabaré y anunciaré tu Nombre!

Un abrazo y bendiciones.

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