lunes, 22 de abril de 2019

Deja a Jesús marcar la historia de tu vida


Jesús le dijo: ¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? 
Juan 20:15. NVI.

Lectura: Juan 20:1-31.  Versículo del día: Juan 20:15.

MEDITACIÓN DIARIA

Esta mujer que lloraba era María Magdalena, la misma a la que el Señor había expulsado siete demonios. Muy seguramente esta mujer estaba atada fuertemente por Satanás y el Señor le da liberación total (Lucas 8:2). No sabemos con exactitud qué clase de mujer sería, pero definitivamente a quien mucho se le perdona, mucho ama y ella amaba a su Señor. Es hermoso ver que el Señor buscó aparecerse primero a una mujer que había sido esclavizada por el pecado. “—María —le dijo Jesús. Ella se volvió y exclamó: ¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro)” (v. 16). Yo supongo que debió de ser inolvidable esta experiencia para María Magdalena. Ella quiere abrazarle, tocarle, pero el Señor le dice que no ha vuelto al Padre y mejor vaya a darles la noticia a sus discípulos (vv. 17-18).
Las mujeres tenemos que sentirnos privilegiadas de saber y entender la obra redentora de Jesús.  María, la madre del Señor fue la primera mujer en aceptarle en su corazón cuando le dijo al ángel Gabriel: “Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho” (Lucas 1:38). Y ahora también envía a una mujer para que vaya a evangelizar y diga que Jesús resucitó, y a los primeros que tenía que dirigirse era a sus discípulos precisamente. ¡Hasta dónde Dios está revindicando a la mujer!
Aprendí ayer en el Servicio de la Iglesia que con la resurreción de Jesús: “Hay más para la historia; pero también para la historia tuya”. Así que, si hay vacío en ti, muerte en ti, tristeza en ti; Jesús también quiere llegar y decirte: ‘aquí estoy, no llores más. Vengo a llenar ese vacío que hay en tu vida porque yo soy la vida y la resurrección”. Y su mensaje es para todos: hombres y mujeres por igual lo necesitamos. Deja que Jesús marque la historia de tu vida.

Señor Jesús: Entiendo que tu muerte y resurrección fue para perdonarme y darme una nueva vida Contigo. Bien sabes cuán vacío estoy. Ven a mi corazón e inunda mi ser con tu Presencia. Gracias por perdonar mis pecados y por saber que también resucitaré como Tú. ¡Es maravilloso lo que hiciste por mí! ¡Aleluya! ¡Alabo y bendigo tu Nombre!

Un abrazo y bendiciones. 

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