jueves, 1 de noviembre de 2018

Y esta es la Palabra de fe que también predicamos


¡No! La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas. 
Deuteronomio 30:14. NVI.

Lectura: Deuteronomio 30:11-20.  Versículo del día: Deuteronomio 30:14.

MEDITACIÓN DIARIA

Ahora tenemos esa Palabra hecha realidad para que creamos en el Nombre del Hijo de Dios. A la gente le cuesta creer en Jesús, tal como le costaba al pueblo judío. Bien les dijo el Señor a ellos que se basaban en la ley de Moisés, que el mismo Moisés los acusaría ante el Padre; porque si le creyeran a Moisés, le creerían, puesto que de Él escribió Moisés (Juan 5:41-47). Siempre pasamos inadvertidamente la Escritura sin estudiarla, y Pablo nos dice: “De hecho, Cristo es el fin de la ley, para que todo el que cree reciba la justicia” (Romanos 10:4). Y más adelante nos afirma algo paralelo a la lectura del día: “Pero la justicia que se basa en la fe afirma: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (es decir, para hacer bajar a Cristo), o ¿Quién bajará al abismo? (es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).  ¿Qué afirma entonces? La palabra está cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón” (Romanos 10:6-8). Y continúa Pablo inspirado por el Espíritu Santo, con el versículo clave para el cristianismo: “Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.  Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo” (Romanos 10:9-10).   
Muy claro: si confías en Él nunca serás defraudado (Romanos 10:11). ¿Quieres ser salvo? Entonces tienes que aceptar esta verdad de la Escritura. Y si nunca lo has hecho, te puedo guiar con una breve oración:

Señor Jesucristo: hoy confieso con mi boca y creo en mi corazón, que eres el Cristo sacrificado por mis pecados y resucitado de entre los muertos para venir a darme vida eterna Contigo. Gracias buen Jesús por lo que hiciste por mí en esa cruenta cruz para perdonarme y limpiarme de todas mis transgresiones. Te acepto en mi vida como mi Señor y Salvador. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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