miércoles, 21 de noviembre de 2018

Líderes como Moisés


Moisés tenía ciento veinte años de edad cuando murió. Con todo, no se había debilitado su vista ni había perdido su vigor. 
Deuteronomio 34:7. NVI.

Lectura: Deuteronomio 34:1-12.  Versículo del día: Deuteronomio 34:7.

MEDITACIÓN DIARIA

Moisés: un hombre dispuesto para Dios; un líder eficiente, un amigo de su Señor. “Desde entonces no volvió a surgir en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor tenía trato directo” (v. 10). Fue un hombre luchador, de coraje y persistente; y a mi parecer de mucha humildad y misericordioso. Todo lo hizo y batalló para dejar al pueblo de Israel a las puertas de la tierra prometida. Es de admirar que con la edad que tenía no había perdido la vista ni su fuerza.
Ahora nosotros tenemos que darle gracias a Dios. Pues el Señor Jesús vino no solamente a cumplir las profecías del Antiguo Testamento sino a salvarnos del pecado. Si creemos en Jesús y aceptamos su obra redentora en la cruz, también como Moisés podemos hablarle cara a cara; tenemos comunicación directa. Recordemos que por esto el velo del templo se rasgó (Mateo 27:51); además si nos convertimos en sus discípulos somos sus amigos. E igual como líderes suyos, somos acreedores de nuevas fuerzas, de vivir completamente saludables. El Señor ya se llevó en la cruz nuestras enfermedades y dolencias. Somos fuertes y vigorosos porque Él está presente: “Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré” (Isaías 46:4). Todo esto lo tendremos como Moisés. No poseeremos miedo de cruzar ríos, valles, desiertos porque va con nosotros el Gran Maestro y su Santo Espíritu guiándonos para no tropezar. ¡Gloria a Dios por tanta bondad!

Amado Señor: Gracias porque al llamarnos para tu reino, has querido hacernos líderes parecidos a tu amigo Moisés. Enséñanos a andar de tu mano y a vivir la vida abundante cumpliendo la misión que nos dejaste sin temor ni desmayar, sabiendo que Eres quien vas abriendo los caminos para llevar a otros hacia la tierra prometida que fluye leche y miel inigualables. Queremos ser instrumentos tuyos. ¡Utilízanos Señor! ¡Te amamos bendito Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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