Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.
Proverbios 3:5. NVI.
Lectura: Proverbios 3:1-12. Versículo del día: Proverbios 3:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Sería bueno que nos pusiéramos un altímetro, diría yo,
para saber hasta dónde llega nuestra confianza en el Señor. Seguramente sería
bajísima porque estamos más dados a creer lo que tenemos al frente que lo que
no vemos o conocemos. Es decir, vemos lo natural pero no lo sobrenatural. Nos
corresponde orar para que el Señor abra nuestros ojos como lo hizo con Guiezi,
el criado de Eliseo cuando tuvo miedo porque naturalmente veía muy grande al
ejército sirio, “Entonces Eliseo oró: “Señor, ábrele a Guiezi los ojos para que
vea” (2 Reyes 6:17); así sucedió y sobrenaturalmente vio la colina llena de
caballos y de carros de fuego. Con Dios todo se mueve sobrenaturalmente.
Si seguimos con la lectura encontramos lo siguiente: “Reconócelo
en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia
opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá
tu ser” (vv. 6-8). La confianza nos conduce a reconocerlo como Dios Omnipotente
y Poderoso. Bien podemos dejar sobre sus hombros nuestras cargas e incluso éxitos,
porque Él sabe mejor por donde llevarnos. Pero como juega la desconfianza,
entonces queremos ser más sabios que Dios y comenzamos a ayudarle sin darnos
cuenta que lo que estamos es atrasando la contestación a la petición. Me
impacta saber que esa confianza en el Señor será la que en últimas nos
mantendrá sanos y fuertes; siempre pasaba por alto esa porción y ¡qué importante
que es! Igual estoy aprendiendo que la confianza hace parte de la voluntad de
Dios. Me explico: si yo confío, acepto su voluntad que es buena, agradable y
perfecta, y seguro que es lo que quiere para mí; por consiguiente, lo mejor
será lanzarme en sus brazos.
Amado Señor: permite que nuestra fe crezca así sea
como grano de mostaza para que la confianza en Ti se vea reflejada en todos los
caminos que emprendamos. Enséñanos a honrarte como lo mereces y a apartarnos
del mal. Toma bendito Dios las cargas que hoy nos pesan y danos el gozo de la
gracia derramada sobre los tuyos. ¡Gracias buen Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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