lunes, 12 de noviembre de 2018

Parte de mi vida


Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente! 
Eclesiastés 10:12. NVI.

Lectura: Eclesiastés 10:7-12.  Versículo del día: Eclesiastés 10:12.

MEDITACIÓN DIARIA

La verdad, no sé ni cómo empezar este devocional. Solo sé que hoy hace treinta años, unimos nuestras vidas con mi esposo Gilberto García. Hicimos un pacto entre los dos donde pusimos a Dios como testigo para que sellara Él, nuestro gran amor. Treinta años de buenas, no tan buenas y de malas. Hemos vivido épocas de prosperidad como tiempos de austeridad; vivido días alegres como días demasiado tristes; hemos pasado de tenerlo todo a no tener nada en absoluto. De vivir tiempos de paz como llegar a los tiempos de zozobra y de temor. Pero, esa es la vida. El Señor Jesús nos dice: “En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Sí; estoy segura que nuestro buen Dios ha sido ese sostén que no ha permitido que la cuerda se rompa. Hoy le doy gracias a Dios porque a pesar de las dificultades nuestros tres hijos son personas de bien; profesionales y ante todo lo que más le agradezco es que están en sus caminos. Gracias a ti, igual mi amor. Tú me ayudaste a levantarlos. Los has amado como si fueran propios y al llegar nuestra Sarita, ese amor produjo un efecto mayor: un hogar donde siempre han brotado la ternura, el respeto, el perdón y la colaboración.
Ha pasado el tiempo. Un tiempo que vuela incierto me parece; pero que está debidamente calculado en tu agenda mi Señor. No sabía descifrar el porqué de nuestra estadía aquí en tierras lejanas dejando una patria amada. Muchas veces le pregunté al Señor: aparte de estar con nuestro hijo ¿cuál fue el propósito para traernos hacia este primer mundo?, y no encontré respuesta alguna. Solo sé que Tú mueves las fichas de ese ajedrez al que llamamos vida, de la manera en que crees ganaremos la partida. Pero yo empiezo a comprender que tal como has puesto las jugadas, todas han sido para restaurar las relaciones entre un hogar roto hace tiempo, pero reconstruido con dos que has levantado con tus manos. Muchos no lo entienden; a otros les causa curiosidad y a otras hasta risa les da. No importa. Ayer en la celebración del cumpleaños de mi hijo mayor en casa de Manuel su padre biológico y Marthica su esposa, pude entender el principio del propósito de Dios al traerme a esta tierra junto con mi esposo.
Gracias bendito Señor. Es asombroso lo que Tú haces con tus hijos. Gracias mi amor, sin ti no habría podido llegar a este punto. Gracias Manuel porque mis hijos llevan tu sangre y sé que los amas tanto como yo. Gracias Marthica porque eres la mujer maravillosa y ejemplar que has sabido edificar la casa con la sabiduría de Dios y también sé que no solamente los amas a ellos sino a mi Sarita, a Paolita, a Ricardo y a los preciosos muñecos que han alegrado tanto nuestras vidas. ¡Eres Maravilloso buen Dios! ¡Tu obra es completa! ¡Eres el Único Restaurador de almas! ¡La Gloria es toda Tuya!

Un abrazo y bendiciones.

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