Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!
Eclesiastés 10:12. NVI.
Lectura: Eclesiastés 10:7-12. Versículo del día: Eclesiastés 10:12.
MEDITACIÓN DIARIA
La verdad, no sé ni cómo empezar este devocional. Solo
sé que hoy hace treinta años, unimos nuestras vidas con mi esposo Gilberto
García. Hicimos un pacto entre los dos donde pusimos a Dios como testigo para
que sellara Él, nuestro gran amor. Treinta años de buenas, no tan buenas y de
malas. Hemos vivido épocas de prosperidad como tiempos de austeridad; vivido
días alegres como días demasiado tristes; hemos pasado de tenerlo todo a no
tener nada en absoluto. De vivir tiempos de paz como llegar a los tiempos de
zozobra y de temor. Pero, esa es la vida. El Señor Jesús nos dice: “En este
mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan
16:33). Sí; estoy segura que nuestro buen Dios ha sido ese sostén que no ha
permitido que la cuerda se rompa. Hoy le doy gracias a Dios porque a pesar de
las dificultades nuestros tres hijos son personas de bien; profesionales y ante
todo lo que más le agradezco es que están en sus caminos. Gracias a ti, igual
mi amor. Tú me ayudaste a levantarlos. Los has amado como si fueran propios y
al llegar nuestra Sarita, ese amor produjo un efecto mayor: un hogar donde siempre
han brotado la ternura, el respeto, el perdón y la colaboración.
Ha pasado el tiempo. Un tiempo que vuela incierto me
parece; pero que está debidamente calculado en tu agenda mi Señor. No sabía
descifrar el porqué de nuestra estadía aquí en tierras lejanas dejando una
patria amada. Muchas veces le pregunté al Señor: aparte de estar con nuestro hijo ¿cuál fue el propósito para traernos
hacia este primer mundo?, y no encontré respuesta alguna. Solo sé que Tú mueves
las fichas de ese ajedrez al que llamamos vida, de la manera en que crees
ganaremos la partida. Pero yo empiezo a comprender que tal como has puesto las
jugadas, todas han sido para restaurar las relaciones entre un hogar roto hace
tiempo, pero reconstruido con dos que has levantado con tus manos. Muchos no lo
entienden; a otros les causa curiosidad y a otras hasta risa les da. No
importa. Ayer en la celebración del cumpleaños de mi hijo mayor en casa de Manuel
su padre biológico y Marthica su esposa, pude entender el principio del propósito
de Dios al traerme a esta tierra junto con mi esposo.
Gracias bendito Señor. Es asombroso lo que Tú haces
con tus hijos. Gracias mi amor, sin ti no habría podido llegar a este punto.
Gracias Manuel porque mis hijos llevan tu sangre y sé que los amas tanto como
yo. Gracias Marthica porque eres la mujer maravillosa y ejemplar que has sabido
edificar la casa con la sabiduría de Dios y también sé que no solamente los amas
a ellos sino a mi Sarita, a Paolita, a Ricardo y a los preciosos muñecos que
han alegrado tanto nuestras vidas. ¡Eres Maravilloso buen Dios! ¡Tu obra es
completa! ¡Eres el Único Restaurador de almas! ¡La Gloria es toda Tuya!
Un abrazo y bendiciones.
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