martes, 26 de junio de 2018

Tu corazón: el altar dispuesto para Dios


Háganme un altar de tierra, y ofrézcanme sobre él sus holocaustos y sacrificios de comunión, sus ovejas y sus toros. Yo vendré al lugar donde les pida invocar mi nombre, y los bendeciré. 
Éxodo 20:24.

Lectura: Éxodo 20:22-26.  Versículo del día: Éxodo 22:24.

MEDITACIÓN DIARIA

Este fue el mensaje que el Señor le dio a Moisés para que lo transmitiera al pueblo de Israel. Ellos tenían que hacer continuamente sacrificios y ofrecer holocaustos al Señor, los cuales nosotros ya no realizamos porque solamente bastó un sacrificio de una vez y para siempre: el del Señor Jesucristo en la cruz del Calvario. Dice Pablo: “Porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ya ha sido sacrificado. Así que celebremos nuestra Pascua no con la vieja levadura, que es la malicia y la perversidad, sino con pan sin levadura, que es la sinceridad y la verdad” (1 Corintios 5:7-8). Ya no tenemos necesidad de un altar como tal, donde se sacrifiquen ovejas y toros. Nosotros mismos somos templo del Espíritu Santo y nuestro altar debe ser el corazón sincero. “Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15).
Esto no quiere decir de ninguna manera que, si deseas apartar un lugar especial en tu hogar para leer, meditar y aprender la Palabra de Dios, no lo puedas hacer. Además, si tienes este sitio, allí puedes hablar con Dios tranquilamente, alabarle y adorarle. Incluso clamarle y llorarle si es necesario. Conozco muchos hogares que lo tienen. Pero recuerda: tu corazón debe ser el altar dispuesto para Dios.

Amado Señor Jesucristo: ¡cómo no adorarte y alabarte en señal de gratitud por esta salvación regalada solo por gracia! Eres nuestro Cordero pascual inmolado por nuestros pecados sin haber tenido culpa alguna. Gracias buen Señor por venir a pagar el precio por toda la humanidad. Precioso Espíritu Santo, enséñanos a valorar el tremendo regalo de la salvación recibida. Que nunca dejemos de honrar y glorificar el gran Nombre de nuestro Dios. ¡Aleluya! ¡Alabado seas por siempre! ¡Toda la gloria, honra y honor son para Ti!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: