Háganme un altar de tierra, y ofrézcanme sobre él sus holocaustos y sacrificios de comunión, sus ovejas y sus toros. Yo vendré al lugar donde les pida invocar mi nombre, y los bendeciré.
Éxodo 20:24.
Lectura:
Éxodo 20:22-26. Versículo del día: Éxodo
22:24.
MEDITACIÓN
DIARIA
Este fue el
mensaje que el Señor le dio a Moisés para que lo transmitiera al pueblo de
Israel. Ellos tenían que hacer continuamente sacrificios y ofrecer holocaustos
al Señor, los cuales nosotros ya no realizamos porque solamente bastó un sacrificio
de una vez y para siempre: el del Señor Jesucristo en la cruz del Calvario. Dice
Pablo: “Porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ya ha sido sacrificado. Así que
celebremos nuestra Pascua no con la vieja levadura, que es la malicia y la
perversidad, sino con pan sin levadura, que es la sinceridad y la verdad” (1
Corintios 5:7-8). Ya no tenemos necesidad de un altar como tal, donde se
sacrifiquen ovejas y toros. Nosotros mismos somos templo del Espíritu Santo y
nuestro altar debe ser el corazón sincero. “Así que ofrezcamos continuamente a
Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de
los labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15).
Esto no
quiere decir de ninguna manera que, si deseas apartar un lugar especial en tu
hogar para leer, meditar y aprender la Palabra de Dios, no lo puedas hacer.
Además, si tienes este sitio, allí puedes hablar con Dios tranquilamente,
alabarle y adorarle. Incluso clamarle y llorarle si es necesario. Conozco muchos
hogares que lo tienen. Pero recuerda: tu corazón debe ser el altar dispuesto
para Dios.
Amado Señor
Jesucristo: ¡cómo no adorarte y alabarte en señal de gratitud por esta
salvación regalada solo por gracia! Eres nuestro Cordero pascual inmolado por
nuestros pecados sin haber tenido culpa alguna. Gracias buen Señor por venir a
pagar el precio por toda la humanidad. Precioso Espíritu Santo, enséñanos a
valorar el tremendo regalo de la salvación recibida. Que nunca dejemos de
honrar y glorificar el gran Nombre de nuestro Dios. ¡Aleluya! ¡Alabado seas por
siempre! ¡Toda la gloria, honra y honor son para Ti!
Un abrazo y
bendiciones.
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