martes, 5 de junio de 2018

Para transmitir el Mensaje a los que vienen


Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados. 
Salmo 44:1.

Lectura: Salmo 44:1-8.  Versículo del día: Salmo 44:1.

MEDITACIÓN DIARIA

Creo que los cristianos tenemos muchas cosas para contarles a nuestros hijos y nietos, para que ellos a su vez, lo hagan igualmente con las generaciones venideras. Son tantos los testimonios que a diario se nos presentan que es imposible callarlos. Además de eso, no debemos olvidar que es un mandato del Señor para su pueblo: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor.  Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:4-7). En otras versiones dice el versículo 6: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón”. Que estén sobre el corazón es tenerlas a flor de piel; que sean parte de nuestro hablar rutinario. Es decir que prevalezcan en nuestra mente porque son las que les transmitiremos a los que vienen; son las que vamos a enseñar, las que predominarán al hablar porque recordemos que de la abundancia del corazón habla la boca (Lucas 6:45). Entonces nuestro corazón debe de estar lleno de sus proezas, de su gracia derramada y para esto es necesario que la Palabra de Dios sea el cimiento que dirija nuestras vidas, que nos sostenga y nos motive a comunicar todo lo vivido. 
Empecemos desde ahora a cimentar en los que tenemos a nuestro lado sean hijos o nietos, la Palabra de vida eterna que nos regala el Señor, ya que ahora nosotros, somos su pueblo elegido.

Amado Señor: Te alabamos y te damos gracias por habernos permitido conocerte como el único y suficiente Dios. Queremos hacer tu voluntad y aprender a obedecerte de tal manera que vivamos diariamente y a todo momento tu Palabra. Siémbrala en nuestros corazones para que se enraíce y broten de él todos tus mandatos, especialmente para que nuestros niños la escuchen y aprendan a amarte y a temerte como al Gran Yo Soy que Eres. ¡Te adoramos Bendito Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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