sábado, 30 de junio de 2018

Hay que disciplinar de acuerdo a las leyes de Dios


La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre. 
Proverbios 29:15. NVI.

Lectura: Proverbios 29:1-27.  Versículo del día: Proverbios 29:15.

MEDITACIÓN DIARIA

Cada día es más difícil criar los niños y levantarlos por buen camino. Infortunadamente se han sacado de las escuelas y colegios materias como la educación religiosa, la urbanidad y el civismo. Todo esto sumado a que ahora se le da más libertad a los niños y jóvenes donde los mismos gobiernos se encargan de inculcarles un libertinaje sin que cuente para ellos los padres o maestros. Ellos ahora en todo tienen la razón y sus benefactores están marginados porque la ley los ampara. ¡Qué tristeza!
Dios dice todo lo contrario: hay que impartir disciplina y si es necesario con vara, hay que dar vara. Pero fijémonos que la Biblia nos enseña a disciplinar con amor; no con ira ni por deseos de venganza. Al niño se le debe hablar y decirle el motivo de su castigo sin rabias ni gritos; así ellos entenderán que el amor conlleva disciplina y poco a poco comprenderán que es por su bien. Por eso hay que usar una varita desde cuando empiezan a desobedecer, a rebelarse o a hacer pataletas. Recordemos que por más niño que sea, nace con el ego engendrado en su naturaleza pecaminosa. Hay que corregir al hijo porque si no lo hacemos en toda parte a donde vayamos nos hará quedar muy mal. “Disciplina a tu hijo, y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones” (v. 17).
La verdad es que es un mandato del Señor y no obedecerlo es pecado; Dios sabe por qué nos lo ordena de esta manera. Así que tenemos que poner por encima las leyes de Dios antes que las del mundo: “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6 RVR 1960).

Amado Señor: gracias por tu Palabra que lleva hacia toda verdad. Te rogamos por padres amantes de sus hijos, deseando disciplinarlos con el amor y la dirección que Tú ordenas. La Palabra dice que Tú como buen Padre corriges a los que amas; así, de igual manera debe corregir un padre a su hijo querido. ¡Bendito eres buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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