miércoles, 2 de mayo de 2018

Obreros dispuestos a esparcir la semilla


Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió treinta, sesenta y hasta cien veces más de lo que se había sembrado. El que tenga oídos, que oiga. 
Mateo 13:8-9.

Lectura: Mateo 13:1-24.   Versículos del día: Mateo 13:8-9.

MEDITACIÓN DIARIA

La lectura se refiere a la Parábola del Sembrador. Cuando se comparte el mensaje de las Buenas Nuevas hay semillas que caen junto al camino, donde los pájaros llegan y se las comen: estos son los que la oyen, pero no la entienden; entonces el maligno viene y arrebata lo que se sembró (vv. 4 y 19). Otra semilla cayó en medio de piedras y cuando salió el sol marchitó la planta porque no tenía raíz:  estos son los que la oyen y la recibe con alegría pero como n tiene raíz dura poco tiempo; al llegar las pruebas y dificultades se apartan de ella (vv. 5 y 20.21). Otra cayó entre espinos que la ahogaron: son los que la oyen, pero las preocupaciones del mundo y sus riquezas lo ahogan de modo que no puede dar fruto (vv. 7 y 22). Por último, está la semilla que cae en buen terreno: son los que la oyen y la entienden y así dará cosechas abundantes (vv. 8 y 23).
Vemos entonces, que al sembrar la semilla no todos tienen el corazón dispuesto para Dios, por eso repite aquí las palabras de Isaías: “Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría” (v. 15). Así las semillas no caigan en el terreno adecuado hay que seguir esparciéndola porque el mismo Señor dijo también lo siguiente: “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo” (Mateo 9:37-38). Nosotros, sus discípulos de ahora somos los encargados de esparcir la semilla. ¡Hagamos la tarea!

Amado Señor: Queremos ser obedientes y hábiles labradores. Pon en nuestro corazón el deseo de esparcir la semilla de tu reino por donde quiera que vayamos sin importar que no caiga en tierra apta para que de buen fruto. Haznos obreros dispuestos a sembrarla sea en tiempos de lluvia o de sol. Muchas gracias buen Jesús. ¡Te alabamos y te adoramos Rey de gloria y Salvación!

Un abrazo y bendiciones.

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