―Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.
Mateo 16:16.
Lectura: Mateo 16:13-20. Versículo del día: Mateo 16:16.
MEDITACIÓN DIARIA
Pedro lleno del Espíritu responde con sabiduría divina. “Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo
Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el
cielo” (v. 17). Pedro ya había tenido tiempo con su Señor; ya lo había conocido
y visto en Él hacer grandes milagros. Los hombres dicen que es un profeta y el mismo
Jesús lo afirmó cuando dijo que, a ningún profeta lo aceptan en su propia
tierra (Lucas 6:44); y lógico, aquí hablaba de su naturaleza humana. Sin
embargo, Pedro en su respuesta va más allá: está reconociendo la divinidad de
Cristo a diferencia de los del mundo que simplemente lo ven como hombre
comparándolo con los profetas. Jesús es el Mesías anunciado, el Salvador de la
humanidad y como tal tenemos que verlo y aceptarlo. Vino expresamente a cumplir
su misión aquí en la tierra: a morir por nuestros pecados, resucitar y volver al
cielo para desde allí interceder por nosotros.
Quizá también tú has podido ver su grandeza en tu vida,
pero tan solo lo ves como hombre privilegiado por Dios. Si el Señor Jesús te
preguntara: ¿quién dices que soy? ¿Qué le responderías? Mi oración es porque lo
reconozcas como Señor y Salvador y alcances por su intermedio la vida eterna a
su lado.
Amado Señor Jesucristo: Tú eres el Hijo de Dios,
muerto y resucitado. Creo que tu bendita sangre me limpia de todo pecado y que
Contigo puedo gozar el derecho a una patria celestial. Toma mi vida; te acepto como
mi único y suficiente Salvador. Gracias por venir a pagar por mí el precio de
mi pecado y darme una nueva vida llena de gracia y de bondad. ¡Te alabo bendito
Jesús!
Un abrazo y bendiciones.
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