jueves, 11 de enero de 2018

¡Ya se te ha declarado lo que es bueno!

¿Cómo podré acercarme al Señor y postrarme ante el Dios Altísimo? 
Miqueas 6:6a.

Lectura: Miqueas 6:1-8.  Versículo del día: Miqueas 6:6a.

MEDITACIÓN DIARIA

La lectura del día nos cae muy bien a todos. “Escuchen lo que dice el Señor…” (v. 1). Igual que Israel, ahora somos su pueblo. También a nosotros nos sacó de la esclavitud del Egipto donde nos encontrábamos y si nos preguntamos: “¿Cómo podré acercarme al Señor y postrarme ante el Dios Altísimo? Tenemos enseguida la contestación: “¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios” (v. 8).
Al Señor poco o nada le interesa los sacrificios, porque el obedecer vale mucho más que eso, y lo que nos manda es practicar la justicia, amar la misericordia y humillarse ante Él. Sería muy bueno revisar nuestras vidas y a conciencia preguntarnos si buscamos la justicia y ante el hermano o prójimo indefenso salimos a apoyarlo o al contrario hacemos como dice el dicho: ‘Al caído caerle’. Cuántos no nos buscan porque saben que en nosotros pueden hallar un consuelo, un abrazo o una palabra de aliento. ¿Les estamos dando la mano o más bien sacándoles el cuerpo? Por otra parte, ¿sentimos compasión por el que sufre y le brindamos ayuda? “Supongamos que un hermano o una hermana no tiene con qué vestirse y un bocado del alimento diario, y uno de ustedes dice: Que le vaya bien; abríguese y coma hasta saciarse, pero no le da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso?” (Santiago 2:15-16). Para nada estaríamos practicando la justicia ni la misericordia. El que tiene bienes y ve al hermano en necesidad y cierra su corazón es porque el amor de Dios no mora en él (1 Juan 3:17). El Señor también espera que nos humillemos ante Él. Quizá el practicar la justicia y la misericordia nos lleve directamente a ser humildes delante de Dios. Porque el que hace alguna cosa para ayudar así sea a uno de los más pequeños, es como si la hiciera para el Señor (Mateo 25:40).

Señor: Ya sabemos lo que nos corresponde hacer y queremos obedecerte. Enséñanos a ser dóciles a tu voz, buscar tu rostro para postrarnos ante Ti en adoración con toda nuestra mente, con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma complaciéndote en amarte primero que todo, para así reflejar ese amor al mundo necesitado de justicia y misericordia. ¡Gracias bendito Señor!

Un abrazo y bendiciones. 

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