Mis ojos estarán abiertos, y mis oídos atentos, a la oración que se haga en este lugar; pues ahora he elegido y santificado esta Casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.
2 Crónicas 7:15-16. RVR 1995.
Lectura 2 Crónicas
7:1-22. Versículos del día: 2 Crónicas
7:15-16.
MEDITACIÓN DIARIA
Estoy convencida que, en
la vida cristiana, las cosas no vienen por casualidad: todo está dirigido por
la mano divina y las fichas se mueven de acuerdo con su santa voluntad. Este es
un nuevo testimonio que deseo compartirles hoy para la gloria de nuestro Gran
Dios.
Tuvimos la oportunidad de
vender el apartamento en Bogotá -Colombia-, y en un tiempo récord, el Señor me
permitió ir personalmente a gestionar la venta y comprar otro más pequeño en la
misma ciudad para nuestra hijita. Fue algo extraordinario porque nos lo dejaron
mucho más barato de los que estaban en ese mismo conjunto. Con mucha
satisfacción regresé nuevamente a Miami para buscar en compañía de mi esposo e
hijo mayor otro para nosotros, porque el motivo de la venta del apartamento de
Bogotá era precisamente tener nuestra vivienda propia en Miami. Hoy estamos
felices; el Señor nos ha regalado el mejor: uno más grande que el vendido y con
numerosísimos servicios comunales y sociales como valor agregado. Igual que el
comprado en Bogotá, fue algo sorprendente; su mano estaba allí dirigiéndolo
todo. Ahora recuerdo su promesa cuando nos trajo a esta tierra y dijo: “Porque
yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de
bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”
(Jeremías 29:11). Así lo estamos experimentando porque así se está cumpliendo.
¡Gloria al Señor!
Bendito Dios: No tenemos
palabras para agradecerte tanta bondad. Tú nos consientes como a hijos muy
amados y nos das más de lo esperado. Nos asombras con tu poder, tu generosidad,
tu complacencia y tu infinito amor. Esta casa será para Ti y tu Nombre estará
ahí para siempre. ¡Mi familia y yo te serviremos! Muchas, muchas gracias buen
Señor por fijar tu mirada en nosotros y permitirnos gozar de tu paz y
bienestar. ¡Te alabamos Señor! ¡Te adoramos!
Un abrazo y bendiciones.
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