Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.
Salmo 4:7.
Lectura:
Salmo 4:1-8. Versículo del día: Salmo: 4:7.
MEDITACIÓN
DIARIA
Creo que, así como hay unas dificultades más grandes
que otras, hay también alegrías que superan a las ya vividas o por lo menos son
otra clase de alegrías. Este ha sido mi caso: he estado supremamente feliz porque
sé que solamente el Señor ha podido encauzar las fichas en nuestra área
financiera como ha sucedido. No me canso de darle gracias por tanta bondad
recibida y como nos exhorta aquí David: la gloria es para el Señor y no hay
casualidades que valgan. Si Él no hubiera estado al pie de la jugada, nada de
lo hecho hubiera llegado a feliz término. No hay que robarle la gloria a Dios (v.
2).
Cuando
hay tanta bendición, es imposible pasar por alto cualquier desliz y por eso el
Salmista nos exhorta a que en la quietud de la noche examinemos el corazón (v.
4), para poder acostarnos en paz sin dejar que nada enturbie el regocijo que ha
brotado como fruto del Espíritu que nos acompaña (v. 8).
Amado
Señor: Haz que sobre nosotros brille la luz de tu rostro; que nuestras caras
demuestren la confianza y gratitud que mereces. Eres un Majestuoso Dios,
Incomparable, Todopoderoso. Para Ti no existe ningún imposible. ¡Te exaltamos
Señor y te damos toda la gloria y honra que solamente son tuyas! ¡Bendito sea
tu Nombre por siempre! ¡Aleluya!
Un
abrazo y bendiciones.
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