jueves, 31 de agosto de 2017

Leche pura que nos haga crecer acorde a lo que somos

Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia,  deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. 
1 Pedro 2:1-2a.

Lectura: 1 Pedro 2:1-12.  Versículos del día: 1 Pedro 2:1-2.

MEDITACIÓN DIARIA

Un recién nacido necesita tomar leche para empezar a crecer y fortalecerse. Igual sucede con la persona que nace espiritualmente. Recordemos que el Señor Jesús le dijo a Nicodemo  que había que nacer de nuevo (Juan 3:3), y este nuevo nacimiento se da cuando recibimos a Cristo como Señor y Salvador personal. Entonces tenemos que alimentarnos con  la Palabra de Dios: “Así, por medio de ella, crecerán en su salvación, ahora que han probado lo bueno que es el Señor” (vv. 2b-3 en la lectura). Dejando atrás todo lo de la naturaleza vieja, la pecaminosa que nos tenía atados al mundo. Nuestra relación con el Señor comienza y cada día se va consolidando más, de manera que vamos edificando una casa espiritual para ser un sacerdocio santo por medio de Jesucristo, que es la piedra viva que jamás nos defraudará. Para nosotros es preciosa esta piedra, pero para los incrédulos se convierte en piedra de tropiezo (vv. 4-8). Continúa el apóstol: “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido” (vv. 9-10).
Ya que somos tan  privilegiados llevando encima nuestro todos estos pergaminos,  demostremos siempre una conducta intachable dando honor a la familia que pertenecemos, para que los incrédulos al vernos glorifiquen a Dios cuando Él juzgue al mundo (vv. 11-12).

Amado Dios: Gracias porque aun necesitamos seguir tomando la bendita leche de la fuente de tu Palabra que es inagotable, para crecer cada día y fortalecernos Contigo. Gracias por hacernos partícipes de tanto honor  sin merecerlo. Permite que verdaderamente fluya en nosotros esa postura digna de ser llamados hijos pertenecientes a la familia real más influyente y prestigiosa que es la del reino celestial. ¡Te amamos Señor y Dios Santo Misericordioso!

Un abrazo y bendiciones.  

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