Cada generación celebrará tus obras y proclamará tus proezas.
Salmo 145:4.
Lectura: Salmo 145:1-7. Versículo del día: Salmo 145:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Es alentador saber que Dios en su
infinita misericordia y bondad estará pendiente de nuestras generaciones
venideras. Sin embargo, es responsabilidad nuestra ir sembrando en los que
vienen la semilla de la Palabra de Dios en sus vidas. En el Antiguo Testamento
tenemos diferentes casos como en el de Samuel que siendo muy niño todavía, fue puesto
al servicio del templo; y en el de Ester que a pesar de Mardoqueo ser su primo
y haberla adoptado como hija supo llevarla siempre por el camino de Dios. En el
Nuevo Testamento la fe sincera de
Timoteo fue herencia dejada de su abuela Loida y de su madre Eunice (2 Timoteo
1:5), y es que las mujeres ejercemos una influencia especial en el campo
espiritual. Somos las encargadas de esparcir en ellos el germen del amor de
Jesús e irles anunciando que el Señor cumplirá su propósito con cada uno. Nunca
debemos olvidar lo que dice el Libro de Deuteronomio: “Grábense estas palabras
en el corazón y en la mente; átenlas en sus manos como un signo, y llévenlas en
su frente como una marca. Enséñenselas a sus hijos y repítanselas cuando estén
en su casa y cuando anden por el camino, cuando se acuesten y cuando se
levanten; escríbanlas en los postes de su casa y en los portones de sus
ciudades” (Deuteronomio 11:18-20). Primero tenemos que aprender para después
enseñarles lo que ya hemos ejercitado.
Les hablaremos de su creación majestuosa
y de sus obras maravillosas; de su poder y de su grandeza. Les contaremos las
historias de su inmensa bondad de sus proezas, con los testimonios nuestros
vividos (vv. 5-7 en la lectura). Esta será la manera para que esas próximas
generaciones cumplan con el legado de exaltar a Dios y de abrazar su Nombre.
Señor amado: Danos sabiduría y entendimiento
para saber ministrar tu Palabra a los que nos siguen, para que ellos a su vez cumplan igual con el
mandato de instruir a sus generaciones y Tú seas exaltado por siempre
reconociendo tu poder y majestad. Gracias por tus enseñanzas y lo que esperas
de nosotros. ¡Te exaltamos Dios, Rey, Señor y Salvador nuestro y bendecimos tu
Nombre!
Un abrazo y bendiciones.
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