lunes, 14 de agosto de 2017

Ahora lo entiendo mejor

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. 
Jeremías 29:11.

Lectura: Jeremías 29:4-14.  Versículo del día: Jeremías 29:11.

MEDITACIÓN DIARIA

Para empezar diré que quise quitarle algo a este devocional, pero en últimas el Señor me dijo que lo dejara así. Sé que es muy largo pero es parte de mi testimonio de vida y Él desea que lo comparta con ustedes.
No podía dejar pasar esta fecha inadvertida. Hace exactamente nueve años me detectaron el cáncer de mama y hace cinco si aún no estaba en la clínica donde me atendieron, estaba igual al borde de la muerte a causa de una pancreatitis aguda que pasé. Muchos me preguntan cuál momento fue para mí más difícil y todavía no sé explicarlo. A veces creo que el primero por el impacto de lo que es saber que se tiene una enfermedad de la cual inmediatamente asemejamos muerte pero que a diferencia de la otra no tenía dolor alguno. Con la pancreatitis creí exactamente morir de dolor; tanto que los médicos dijeron que había pasado el umbral. Sí, creo que ya no existirá ningún otro dolor físico o por lo menos mi cuerpo se resistirá por el ya experimentado.
Hasta ahí pensaba e incluso otros años más, que agosto no me gustaba. ¡Pero qué equivocada estaba! El Señor, mi buen Dios que todo lo puede me arrebató de las garras de la muerte en aquellas dos oportunidades para empezar a mover sus fichas como sólo Él lo sabe hacer. Bueno, de lo primero sí tengo que decir que en ese trance fue cuando el Espíritu Santo me dijo muy claro que empezara a enviar mis devocionales; y no puedo negarlo, han sido de gran bendición y de gloria para el Señor. Prosigo: ¿quién iba a imaginarse en esas clínicas por las que pasé, que hoy, a esta fecha estaría incluso en un país lejano? Un país donde al comienzo no me fue fácil el acomodarme pero que poco a poco Dios ha ido mostrándome como apareja mi camino para cumplir su gran propósito en mi vida. Si soy sincera, el primer semestre de este año fue de incertidumbre, de no entender, de inestabilidad, de bajones y subidas como si se tratase de un columpio o mejor de una pirinola donde percibía que el Señor unas veces me decía: ‘pon una’ y después, ‘pon una más’. Pero luego me salía un ‘pon todo’ y con dificultad se lo entregaba. Ahora ya estoy entendiendo este juego porque espiritual y emocionalmente la pirinola va cayendo en ‘toma una’ y después otra tras otra. El Señor está moviendo las cartas de mi vida de modo trascendental. El escenario ya se ve despejado. Mi nueva Iglesia donde nos estamos congregando este año ha sido de gran bendición; junto con mi esposo estamos sirviendo en un ministerio y sin desconocer todo lo que aprendí de mi anterior Congregación y del amor que allí me ofrecieron Pastores y fieles, por lo cual si soy sincera me sentía temerosa de cambiar, mi buen Dios me enseño que donde quiera que yo vaya Él ahí estará. Me ha enseñado a ser valiente y fuerte aun temiéndole a los cambios.
Tuve la oportunidad de estar el viernes pasado con Dany mi hijito mayor en Expolit (Exposición de literatura cristiana hispana en Miami) y allí encontrarme con una gran amiga: Patricia Fernández y su esposo. Su saludo fue más o menos la siguiente exclamación refiriéndose a mi Dany: ‘¡Tenés un hijo nuevo; su cambio se nota en todo su ser!’. No fue mucho lo que hablamos pero esas palabras me llenaron por completo porque ya lo habíamos notado y hablado con mi esposo. Después de tanta turbulencia, el Señor ahora nos muestra la calma y el sosiego. Además de eso mi Sarita, mi hijita del alma que ha tenido que afrontar solita su vida en los últimos años, terminó ayer sus estudios en mi país de origen. Por otro lado, ya casi nace nuestro esperado Lucas, el hermanito de Juanita que viene a hacerle compañía a esa Princesa que también ha sido un regalo espectacular de Dios.
La verdad, no le tenía título ni pasaje a este devocional, pero ahora el Señor me muestra sus planes de bienestar y solo me queda rendirme a sus pies con el corazón agradecido por la familia maravillosa que me ha regalado. Mi Dany para quien tampoco ha sido fácil su área emocional, Dios ha volcado sobre él un cúmulo de bendiciones y de aquello que parecía malo en su vida, lo ha transformado en bendición tras bendición. Desde aquí quiero darte las gracias no solo por tu apoyo material sino por todo lo que hemos aprendido a través de tu área espiritual. Dios ha llegado hasta lo profundo de tu ser para que las raíces tuyas broten hasta alcanzarlas con mi amado esposo. Juan Manuel y Paolita desde Medellín junto con Juanita y pronto con Lucas: valoro en cantidades el desplazamiento de mi hijito en estos momentos a estar con Sarita en su grado y no dejarla sola. ¡Ha sido tanto también lo que hemos aprendido de ti, de tu hogar en general y de tu amor hacia el Señor! Y a mi Sarita hermosa, no tengo palabras para describir lo que mi corazón desea expresarte. Eres esa mujercita valiente, arriesgada, talentosa que Dios en su infinito amor nos regaló para motivar mucho más nuestras vidas. ¡Te amo hijita mía! ¡Tus triunfos son los míos, tus tristezas las mías y tus alegrías las mías! Sigue adelante cogida de la mano del que ya sabes jamás te dejará: nuestro buen Jesús.
Para ti mi amor, eres el esposo que yo necesitaba; cada día lo entiendo más. Al mover sus fichas el Señor, sabía el por qué eras tú el escogido. ¡Te amo esposo mío! Sin ti no habría podido cruzar todos estos caminos empedrados y el andar hoy por sendas más llanas y afirmadas. 

Solo me queda mi Señor darte una vez más las gracias por mi vida; por lo que me has enseñado en este tiempo. Me has permito pasar muchas veces por debajo del puente de aguas turbulentas pero me has demostrado que ahí a mi lado siempre estás. Quiero decirte que eres la Torre fuerte de mi vida, que eres mi Pastor, mi Amigo, mi Dios en quien siempre confiaré porque eso me lo has enseñado Tú. En momentos de tristeza y de aflicción me recuerdas a Pedro y tengo que decirte: ¿A quién más iré Señor? ¡Solo Tú tienes palabras de vida eterna! Y en momentos de alegría como ahora, grito con gozo: ¡has cambiado mi lamento en danza! ¡Te amo mi Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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