¿Quién eres, Señor?, pregunté. Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues, me contestó él.
Hechos 22:8.
Lectura: Hechos 22:1-21. Versículo
del día: Hechos 22:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Podemos leer una y mil veces la
conversión de Saulo y no solamente nos apasionará sino que nos edificará para
aprender de su ministerio. Es hermoso ver cómo Dios puede voltear completamente
el corazón de una persona cuando se dispone a Él. Por eso no podemos dudar o
poner en tela de juicio la conversión así sea del más grande asesino porque no
sabemos el propósito de Dios con su vida.
Hay tantas maneras de negar a Jesús:
no se necesita hacer la persecución, arrestar o echar a la cárcel a los
seguidores del Señor. En esa época eran los judíos tradicionales los que
peleaban por sus creencias igual que Pablo celosos de la ley y de su Dios.
Ahora, en nuestros países latinos de religión tradicionalista nos tildan
también de fanáticos y locos porque seguimos a Jesús de Nazaret. Se señala con
el dedo a los cristianos y existe también un celo, creo yo mal interpretado,
por quizá nosotros haber salido de sus arcas. Es igual de difícil para ellos
entender que nuestro Dios es su mismo Dios y que lo conocimos de una manera
genuina por su infinito amor, al darnos a su Hijo para que muriera en nuestro
lugar. Es que conocer a Jesús y su mensaje de salvación es el mejor regalo que
podemos recibir de parte de Dios Padre. Ya no se pelea por la ley como en
tiempos de Pablo, se pelea por dogmas y tradiciones que nada tienen que ver con
el plan redentor de Cristo Jesús. Si hay algo bien sencillo de expresar son las
Buenas Nuevas de los Evangelios y sin embargo, el corazón endurecido de los
nuestros, no les permite abrirse y dejar a Jesús reinar en sus vidas.
Para ti que estás leyendo este
devocional: no has escuchado directamente la voz de Jesús ni te has quedado
ciego como Saulo, pero muy seguramente has tenido personas a tu lado que te han
hablado de Él; has visto sus testimonios en sus vidas y no aceptas el reto de
ser tú mismo abriéndole la puerta de tu corazón. A ti también el Señor te
pregunta: ¿por qué me persigues? Te invito a que aceptes el desafío y
compruebes por ti mismo quién es en verdad Jesús de Nazaret. Será la mejor
decisión de tu vida de la que jamás te arrepentirás. Si deseas podemos orar
así:
Señor Jesús: Sé que eres el Hijo de
Dios y que moriste en una cruz pero lo sé más por tradición que por experiencia
propia. Deseo que vengas a mi vida y me enseñes todo lo tuyo. Te acepto como mi
Señor y Salvador personal. Hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por
perdonarme y darme una nueva vida contigo, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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