miércoles, 16 de agosto de 2017

Compruébalo por ti mismo

¿Quién eres, Señor?, pregunté. Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues, me contestó él. 
Hechos 22:8.

Lectura: Hechos 22:1-21. Versículo del día: Hechos 22:8.

MEDITACIÓN DIARIA

Podemos leer una y mil veces la conversión de Saulo y no solamente nos apasionará sino que nos edificará para aprender de su ministerio. Es hermoso ver cómo Dios puede voltear completamente el corazón de una persona cuando se dispone a Él. Por eso no podemos dudar o poner en tela de juicio la conversión así sea del más grande asesino porque no sabemos el propósito de Dios con su vida.
Hay tantas maneras de negar a Jesús: no se necesita hacer la persecución, arrestar o echar a la cárcel a los seguidores del Señor. En esa época eran los judíos tradicionales los que peleaban por sus creencias igual que Pablo celosos de la ley y de su Dios. Ahora, en nuestros países latinos de religión tradicionalista nos tildan también de fanáticos y locos porque seguimos a Jesús de Nazaret. Se señala con el dedo a los cristianos y existe también un celo, creo yo mal interpretado, por quizá nosotros haber salido de sus arcas. Es igual de difícil para ellos entender que nuestro Dios es su mismo Dios y que lo conocimos de una manera genuina por su infinito amor, al darnos a su Hijo para que muriera en nuestro lugar. Es que conocer a Jesús y su mensaje de salvación es el mejor regalo que podemos recibir de parte de Dios Padre. Ya no se pelea por la ley como en tiempos de Pablo, se pelea por dogmas y tradiciones que nada tienen que ver con el plan redentor de Cristo Jesús. Si hay algo bien sencillo de expresar son las Buenas Nuevas de los Evangelios y sin embargo, el corazón endurecido de los nuestros, no les permite abrirse y dejar a Jesús reinar en sus vidas.
Para ti que estás leyendo este devocional: no has escuchado directamente la voz de Jesús ni te has quedado ciego como Saulo, pero muy seguramente has tenido personas a tu lado que te han hablado de Él; has visto sus testimonios en sus vidas y no aceptas el reto de ser tú mismo abriéndole la puerta de tu corazón. A ti también el Señor te pregunta: ¿por qué me persigues? Te invito a que aceptes el desafío y compruebes por ti mismo quién es en verdad Jesús de Nazaret. Será la mejor decisión de tu vida de la que jamás te arrepentirás. Si deseas podemos orar así:

Señor Jesús: Sé que eres el Hijo de Dios y que moriste en una cruz pero lo sé más por tradición que por experiencia propia. Deseo que vengas a mi vida y me enseñes todo lo tuyo. Te acepto como mi Señor y Salvador personal. Hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonarme y darme una nueva vida contigo, amén.

Un abrazo y bendiciones. 

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