Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere.
Santiago 1:19-20.
Lectura: Santiago 1:19-27. Versículos del día: Santiago 1:19-20.
MEDITACIÓN DIARIA
A veces nos preguntamos
¿por qué nos habla tanto Dios de ser lentos para hablar? Y una de las respuestas
es precisamente porque podemos entrar en discusión y enojarnos, lo cual nos
lleva a pecar y no es lo que Dios quiere. Si esto nos ocurre con frecuencia,
Santiago dice: “Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que
tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en
ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida” (v. 21). Si la ira es algo
que nos afecta constantemente, hay que sacarla, dejarla a un lado. La ira nos
puede llevar a actuar irrazonablemente; es enceguecedora. Hay casos en donde
esta ira se produce por ataduras o por raíces de amargura; si es así, es necesario
pedir ayuda espiritual para sanarse completamente. Cuando el iracundo agacha la
cabeza con humildad reconociendo su proceder, está listo para recibir también
con humildad la Palabra plantada en su corazón y todo le será más fácil.
También Proverbios 10:19
nos enseña que: “El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua”. Propongámonos
ser sabios en el manejo de la lengua para quizá evitar malos entendidos y
discusiones airadas. Pongamos a funcionar los dos oídos y limitemos las
palabras dándole a la boca el valor que
le corresponde: esto para escuchar más y hablar menos.
Amado Señor: Gracias
por repetirnos una vez más lo de saber escuchar y no hablar tanto. Gracias
porque Tú deseas que llevemos una vida justa despojándonos de todo aquello que
nos hace daño. Por favor Espíritu de Dios, redargúyenos en este campo y
enséñanos a callar para no pecar con nuestra boca hablando lo que no es, o lo
que no nos incumbe.
Un abrazo y
bendiciones.
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