Y trabajen por la paz y prosperidad de la ciudad donde los envié al destierro. Pidan al Señor por la ciudad, porque del bienestar de la ciudad dependerá el bienestar de ustedes.
Jeremías 29:7 NTV.
Lectura: Jeremías
29:1-14. Versículo del día: Jeremías
29:7.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando el Señor
permitió la deportación del pueblo de Israel a Babilonia, les mandó no solamente
trabajar por la paz y prosperidad de esa ciudad sino también orar por ella
concluyendo algo que es muy cierto: “porque del bienestar de la ciudad
dependerá el bienestar de ustedes”. Cuando por uno u otro motivo nos alejamos
bien sea de la ciudad o país de origen nos corresponde a donde vayamos llevar
las mejores intenciones. En la lectura vemos que Dios les manda que organicen
completamente su vida allí: construyan casas, hagan planes para quedarse; que
planten huertos; que se casen y tengan tanto hijos como nietos (vv. 4-6), y eso
nos corresponde hacer cuando somos trasladados hacia otro lugar.
Por eso, si el Señor
nos llevó a buscar nuevos horizontes, debemos poner la mirada en lo que tenemos
al frente e ir con mente positiva sabiendo que Dios nos tiene planes para lo
bueno y no para lo malo con el fin de darnos un futuro donde nos hará prosperar
en todas las áreas de nuestra vida (v. 11 en la lectura). Seamos obedientes al
Señor: no lleguemos a hacer lo que no nos gustaría que hicieran en lo nuestro
como desorden, fechorías, habladores, calumniadores de personas naturales y
políticos de la región. Amemos y honremos ese sitio como el propio. Si tenemos
un trabajo demos lo mejor para que esa empresa crezca y prospere porque todo lo
que hagamos redundará en un mejor porvenir.
Y algo muy importante
que dice el versículo de la lectura: “Pidan al Señor por la ciudad”; oremos por
sus gobernantes, por su paz y acordémonos de darle gracias a Dios por ella. Por
lo general nunca lo hacemos porque estamos acostumbrados a ser desagradecidos y
si un país o una ciudad nos han tendido la mano nuestro deber es agradecer y
ahí entra el no hablar de ella ni de su gente. “Tú, Señor, eres mi porción y mi
copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte. Bellos lugares me han tocado en
suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido!” (Salmo 16:5-6).
Amado Señor: Gracias
por el sitio a donde nos has traído porque es el mejor que nos tenías guardado.
Gracias por estar pendiente de nuestro bienestar y querer darnos un futuro
lleno de esperanza. Oramos por este país, por esta ciudad; por su presidente,
sus alcaldes y por todas las personas que conforman las diferentes Instituciones
gubernamentales y municipales, en especial porque te conozcan y tengan un temor
reverente hacia Ti. Gracias porque sin duda, has querido lo excelente para
nosotros. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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