El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra.
Hechos 17:24.
Lectura: Hechos
17:16-34. Versículo del día: Hechos
17:24.
MEDITACIÓN DIARIA
El denuedo de Pablo
para llevar el mensaje de Jesús es una buena lección para todos. Admirable su
modo de llegar a la gente. En Atenas se cogió del altar con la inscripción: ‘A
un Dios desconocido’, para entrar a decirles que sobre ese Dios era que él iba
a hablarles. Les practica sobre el Dios que hizo el mundo y todo cuanto existe;
“No vive en templos construidos por hombres, ni se deja servir por manos
humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos
la vida, el aliento y todas las cosas” (vv. 24-25). Les habla de que es Él
quien determina los tiempos de su historia y quien define las fronteras de sus
territorios. Sigue tocando puntos muy importantes como: “Esto lo hizo Dios para
que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está
lejos de ninguno de nosotros, puesto que en él vivimos, nos movemos y
existimos” (vv. 27-28); concluye Pablo diciéndoles que Dios no necesita
esculturas humanas y continúa: “Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos
de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se
arrepientan” (v. 30). Punto clave: manda a todos, en todas partes, que se
arrepientan. Esto lo hace a través de Jesús. Dios eligió a Jesús para que sea el juez de todos, y lo demostró
resucitándolo para que nosotros también resucitemos con Él (v. 31).
Si no crees en Dios o
le hablas a tu Dios como quizá al desconocido, yo te digo: búscale como algo
más que estás buscando y solo quieres probar si es cierto. Tal vez dudas de que
exista, lánzate y pregúntale. Dios está dispuesto a escucharte; y si
sinceramente lo buscas, Él se deja encontrar: “el que busca, encuentra; y al
que llama, se le abre” (Mateo 7:8). Su voluntad es que nadie se pierda: “Más
bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino
que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9b). Jesús está tocando a la puerta de tu
vida, ábrele tu corazón. Te puedo insinuar la siguiente oración:
Señor Jesús: Te
necesito. Nunca he creído que existas pero hoy me dicen que te busque así sea a
tientas. Necesito que vengas a mi vida.
Te abro la puerta de mi corazón y decido aceptarte como mi Señor y
Salvador. Hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por morir por mí en
una cruz, por perdonarme y salvarme. Gracias porque resucitaré Contigo. Amén.
Un abrazo y
bendiciones.
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