Jesús le contestó: —No basta con perdonar al hermano sólo siete veces. Hay que perdonarlo una y otra vez; es decir, siempre.
Mateo 18:22. Traducción Lenguaje Actual (TLA).
Lectura: Mateo
18:15-22. Versículo del día: Mateo
18:22.
MEDITACIÓN DIARIA
Esto fue lo que le
contestó el Señor a Pedro ante la pregunta de cuántas veces tenía que perdonar
al hermano que le ofendiera. El Señor le contesta que una y otra vez. Encontré
que la palabra ‘perdón’ en griego quiere decir: soltar, cancelar, pasar; y en
hebreo: levantar la culpa. Esto es lo que hay que hacer: pasar la culpa. No
entiendo por qué es tan difícil para el cristiano perdonar. Si recibimos de
parte de Dios un perdón pleno y aun así, seguimos cayendo y pecando, y Dios
vuelve a perdonarnos cuando recurrimos a Él ¿por qué nosotros no somos capaces?
Es triste que muchas
personas piensen que si perdonan están deteriorando su orgullo y su dignidad.
Se atreven a decir que hasta su educación no les permite perdonar (nunca había
escuchado ese argumento pero me lo dijeron). Entonces, ¿en dónde queda el
sacrificio del Señor Jesús? Él fue humillado, vituperado, calumniado, flagelado
y crucificado por darnos a nosotros el perdón de todos nuestros pecados; y en
la oración que nos enseñó se le dice una y otra vez: “y perdónanos nuestros
pecados, así como hemos perdonado a los que pecan contra nosotros” (Mateo 6:12
NTV). Sin embargo, esto se dice de dientes para afuera pero no de corazón. Pero
miremos los versículos siguientes: “Si perdonas a los que pecan contra ti, tu
Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados” (vv.
14-15, el énfasis es personal). “pero si te niegas a perdonar a los demás, tu
Padre no perdonará tus pecados”. Debemos tener presente esto porque es muy
delicado: si me rehúso a perdonar, quiere decir que tampoco acepto el perdón de
Dios; o sea se está en nada.
Conclusión: queremos
ser perdonados, perdonemos también; una, dos, tres veces y las que sigan de ahí
para adelante. De lo contrario ni siquiera atrevámonos a pedirle algo al Señor
porque no tiene caso hacerlo.
Amado Padre celestial:
con todo mi corazón te pido que pongas en el corazón de los que leen este
devocional la decisión de perdonar de la misma manera que Tú lo haces con nosotros. Gracias porque no fueron
los soldados romanos ni los judíos quienes sacrificaron a tu Hijo amado; en
ellos estábamos cada uno y tu amor inagotable, al lado de tu infinita
misericordia, nos ha liberado de la carga del pecado, a través de la sangre
preciosa de Jesús derramada en ese Calvario. ¡Gracias por tu enseñanza buen
Dios! ¡Te alabamos y te damos toda la honra y la gloria!
Un abrazo y
bendiciones.
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