Serás en la mano del Señor como una corona esplendorosa, ¡como una diadema real en la palma de tu Dios!
Isaías 62:3.
Lectura: Isaías
62:1-12. Versículo del día: Isaías 62:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Indudablemente esta
profecía es para la ciudad de Jerusalén. Pero el Señor Jesús nos dejó un
mandato en donde nos ordena que tan pronto como el Espíritu Santo descienda
sobre cada uno, “recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como
en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1:8). Ya
tenemos el Espíritu de Dios morando en nuestras vidas, pero ¿cuál es esa
Jerusalén? La Jerusalén del cristiano, son las personas más allegadas a él; los
de su propia casa o entorno familiar. Según la profecía de Isaías se refiere a
la restauración de Jerusalén y el mismo Señor dice: “por amor a Jerusalén no
desmayaré” (v. 1b), y si tu Jerusalén son los tuyos, quiere decir que el Señor empieza
a obrar en esa persona que ha sido humillada y maltratada pero que ahora puede tener
al Señor como su esposo y Hacedor. Así que no desmayes, continúa en faena
porque: “Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas que nunca callarán ni
de día ni de noche. Ustedes que invocan al Señor, no se den descanso; ni
tampoco lo dejen descansar, hasta que establezca a Jerusalén y la convierta en
la alabanza de la tierra” (Isaías 1:6 en la lectura).
Ardua tarea nos
corresponde como centinelas que abogamos por ellos día y noche, hasta ver a esa
Jerusalén convertida y resplandeciente. Así que ¡manos a la obra!
Amado Señor: Gracias por
permitirnos ser centinelas de nuestra propia Jerusalén. Alrededor hay muchos
cautivos que te necesitan; permítenos ser constantes en la oración para que
salgan de su cautiverio y encuentren en Ti al libertador de sus vidas. Rogamos
por ellos buen Dios. Tráelos a tus pies y que conozcan las bondades tuyas para
que brillen en la palma de tu mano. ¡Te
amamos Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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