jueves, 11 de mayo de 2017

El esplendor que Dios está dispuesto a ofrecernos

Tanto en riquezas como en sabiduría, el rey Salomón sobrepasó a los demás reyes de la tierra. 
2 Crónicas 9:22.

Lectura: 2 Crónicas 9:1-28.  Versículo del día: 2 Crónicas 9:22.

MEDITACIÓN DIARIA

Sí, así es. No ha habido ni habrá ningún otro rey ni persona alguna por más magnate que sea, que supere a Salomón en su grandiosidad y sabiduría. Dios bendijo tanto a Salomón que incluso la reina de Saba habiendo escuchado sobre su esplendor quiso ir a visitarlo y estas fueron sus palabras: “Entonces le dijo al rey: ¡Todo lo que escuché en mi país acerca de tus triunfos y de tu sabiduría es cierto! No podía creer nada de eso hasta que vine y lo vi con mis propios ojos. Pero en realidad, ¡no me habían contado ni siquiera la mitad de tu extraordinaria sabiduría! Tú superas todo lo que había oído decir de ti” (vv. 5-6).
Pero hay una buena noticia para nosotros. El Señor precisamente le habló a la multitud que lo seguía sobre las preocupaciones diarias: “Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?... Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?” (vv. 25 y 28b-30). Dios se encarga de cuidar de ti y de mí. Nada es imposible para Él (Lucas 1:37). Santiago dice que si nos falta sabiduría, se la pidamos a Dios (Santiago 1:5), y si tenemos percances financieros hasta llegar a la quiebra, Dios es el dueño de todo el oro y la plata del mundo (Hageo 2:8), y no le queda difícil solventar cualquier situación y levantarnos a la cima. Simplemente hay que creerle a Dios. El esplendor de nosotros puede ser mayor que el de los lirios, que a su vez es mayor que el de Salomón.

Amado Dios y Padre: Gracias porque en verdad cada mañana renuevas con tu Palabra nuestra vida diaria. Gracias porque para Ti valemos mucho más de lo que podemos imaginar y estás pendiente de nuestras necesidades. Gracias porque la promesa está ahí y el esplendor de la segunda casa será mayor que el de la primera. ¡Te alabamos buen Dios y Señor! ¡Gracias, gracias por ser tan importantes para Ti!

Un abrazo y bendiciones.

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