A los ocho días llevaron a circuncidar al niño. Como querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, su madre se opuso. —¡No! —dijo ella—. Tiene que llamarse Juan.
Lucas 1:59-60.
Lectura: Lucas 1:5-25 y
57-66. Versículos del día: Lucas
1:59-60.
MEDITACIÓN DIARIA
Elisabet, la madre de
Juan el Bautista había entendido muy bien la orden del nombre que le darían a
su hijo. “No tengas miedo, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu
esposa Elisabet te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan” (v. 13). Ya su
esposo Zacarías había quedado mudo por haber dudado de la noticia dada por el
ángel Gabriel: “—¿Cómo podré estar seguro de esto? —preguntó Zacarías al
ángel—. Ya soy anciano y mi esposa también es de edad avanzada” (v. 18). Más adelante
Zacarías confirma el nombre escribiendo en una tablilla: “Su nombre es Juan. Y
todos quedaron asombrados” (v. 63). Esperaban que se llamara como su padre o al
menos como alguien de la familia; pero tenían que obedecer la orden dada por el
ángel. Las profecías sobre el mensajero que llegaría a preparar el camino del
Señor se estaban cumpliendo (Isaías 40:3-5; Malaquías 3:1), y ellos como padres
serían testigos presenciales de lo que habría de venir con su nacimiento.
Podemos aprender del
relato sobre el anuncio y nacimiento de Juan el Bautista dos cosas: que como le
dijo el ángel a María; puesto que Elisabet era estéril y de edad avanzada no era
lógico que quedara embarazada; pero para Dios no hay imposibles (Lucas 1:37).
Si Zacarías dudó al momento del anuncio, fue tajante al obedecer y escribir su
nombre en una tablilla. Por su duda quedó
mudo, pero por su obediencia la recuperó, tan pronto como escribió el nombre: “Al
instante se le desató la lengua, recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios”
(v. 64 en la lectura). Tenemos que disponernos en manos de Dios para cumplir su
voluntad y ver la grandeza de su poder obrando en nuestras vidas. También somos
testigos presenciales de todas las maravillas que Dios hace con nosotros.
Amado Señor: Gracias
porque a través de lo que fue tu nacimiento, también nos enseñas a no dudar de
tu grandeza y poder. Si obedecemos entendemos claramente tu dirección y tu
voluntad en nuestras vidas y lo que puedes hacer con ellas, cuando nos
disponemos sin vacilar que lo que harás, será la manera de engrandecer tu
Nombre a través nuestro. ¡Eres Dios Poderoso y Soberano y tus caminos son
inescrutables!
Un abrazo y
bendiciones.
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