viernes, 16 de diciembre de 2016

Miremos la Natividad con la importancia que merece

No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—.  Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. 
Lucas 1:30-32.

Lectura: Lucas 1:26-38.  Versículos del día: Lucas 1:30-32.

MEDITACIÓN DIARIA

Parece ser que María era apenas una jovencita cuando el ángel Gabriel se le apareció para darle la noticia de que sería la madre terrenal de Jesús. María era una mujer humilde, desposada o comprometida ya con un varón llamado José, pero aún no estaban casados. Considero que María debió ser una mujer de oración, centrada en Las Escrituras y también con la esperanza de un Salvador como lo habían anunciado los profetas. Lo que nunca se imaginó debió ser que Dios la escogiera como la madre del Mesías.
Me impresiona en el relato dos frases de María. La primera, no debió ser fácil la situación para María, puesto que con su ingenua sinceridad le dice al ángel: “¿Cómo podrá suceder esto —le preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?” (v. 34), y el ángel le explica que por obra del Espíritu Santo quedará embarazada (v. 35).
La segunda y quizá para mí la más edificante es cuando responde: “Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho” (v. 38). Otras versiones dicen ‘la esclava’. ¡Hasta dónde María conocía a su Señor, que lo tenía como su Amo verdadero!
La salutación del ángel a María nos deja dos lecciones para seguir: no se avergonzó de decir que era virgen y mucho menos de declararse esclava de Dios. El mundo actual tilda de locos, fanáticos y desactualizados a los jóvenes que llegan vírgenes al matrimonio. Y qué decir de doblegar nuestro orgullo y declararnos esclavos o siervos del Señor. María fue la primera persona que recibió al Señor en su corazón, sin importarle lo que pudiera venir detrás de tamaña decisión. ¡Ojalá todos fuésemos cómo María! 
Como cristianos empecemos a darle la importancia que merece la Natividad de nuestro Señor y Salvador. Que más allá de ser una fiesta comercial de regalos, comidas, festejos y jolgorio, entendamos el verdadero significado de su venida al mundo.

Amado Dios: Si Tú escogiste a la bendita virgen María para ser la madre del Salvador de la humanidad, fue porque conocías su corazón y su integridad. Enséñanos a nosotros tanto hombres como mujeres a ser sumisos a tu llamado y no avergonzarnos de ser tus hijos. Gracias por la enseñanza que nos das a través de María. ¡Te alabamos Dios Padre bondadoso y eterno que nos miraste con misericordia y nos diste a tu Hijo amado para remisión del mundo!

Un abrazo y bendiciones.


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