No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo.
Lucas 1:30-32.
Lectura: Lucas
1:26-38. Versículos del día: Lucas
1:30-32.
MEDITACIÓN DIARIA
Parece ser que María
era apenas una jovencita cuando el ángel Gabriel se le apareció para darle la
noticia de que sería la madre terrenal de Jesús. María era una mujer humilde,
desposada o comprometida ya con un varón llamado José, pero aún no estaban
casados. Considero que María debió ser una mujer de oración, centrada en Las
Escrituras y también con la esperanza de un Salvador como lo habían anunciado
los profetas. Lo que nunca se imaginó debió ser que Dios la escogiera como la
madre del Mesías.
Me impresiona en el
relato dos frases de María. La primera, no debió ser fácil la situación para
María, puesto que con su ingenua sinceridad le dice al ángel: “¿Cómo podrá
suceder esto —le preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?” (v. 34), y
el ángel le explica que por obra del Espíritu Santo quedará embarazada (v. 35).
La segunda y quizá para
mí la más edificante es cuando responde: “Aquí tienes a la sierva del Señor
—contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho” (v. 38). Otras
versiones dicen ‘la esclava’. ¡Hasta dónde María conocía a su Señor, que lo
tenía como su Amo verdadero!
La salutación del ángel
a María nos deja dos lecciones para seguir: no se avergonzó de decir que era
virgen y mucho menos de declararse esclava de Dios. El mundo actual tilda de
locos, fanáticos y desactualizados a los jóvenes que llegan vírgenes al
matrimonio. Y qué decir de doblegar nuestro orgullo y declararnos esclavos o
siervos del Señor. María fue la primera persona que recibió al Señor en su
corazón, sin importarle lo que pudiera venir detrás de tamaña decisión. ¡Ojalá
todos fuésemos cómo María!
Como cristianos
empecemos a darle la importancia que merece la Natividad de nuestro Señor y
Salvador. Que más allá de ser una fiesta comercial de regalos, comidas,
festejos y jolgorio, entendamos el verdadero significado de su venida al mundo.
Amado Dios: Si Tú
escogiste a la bendita virgen María para ser la madre del Salvador de la
humanidad, fue porque conocías su corazón y su integridad. Enséñanos a nosotros
tanto hombres como mujeres a ser sumisos a tu llamado y no avergonzarnos de ser
tus hijos. Gracias por la enseñanza que nos das a través de María. ¡Te alabamos
Dios Padre bondadoso y eterno que nos miraste con misericordia y nos diste a tu
Hijo amado para remisión del mundo!
Un abrazo y
bendiciones.
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