Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido.
Salmo 71:18.
Lectura: Salmo
71:1-24. Versículo del día: Salmo 71:18.
MEDITACIÓN DIARIA
Ahora que ya soy
abuela, me gusta mucho más este versículo. Dicen que los abuelos somos
consentidores y alcahuetes, pero aquí dice algo importante que no debemos
olvidar: “hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer
tus proezas a los que aún no han nacido”. Yo le pedía al Señor que me permitiera
ver los nietos y bueno, ya con Juanita empecé a gozarlos. Pero deseo tanto no
solamente consentirla, mecerla y arrullarla sino también sentarla en mi regazo para
contarle las proezas que el Señor ha hecho con nuestras vidas. Por eso: “No me
rechaces cuando llegue a viejo; no me
abandones cuando me falten las fuerzas” (v. 9). Renueva mis fuerzas cada día
Señor.
Sé que sus padres lo
harán, pero el anhelo de tenerla cerca narrándole en especial la grandeza de
nuestro Dios e instruyéndola en su andar conforme a la Palabra retumba en mi
mente, convirtiendo ese deseo en una bendita esperanza: “Todo el día repetirá
mi lengua la historia de tus justas acciones” (v. 24).
Y es que entre más
recibimos del Señor, mucho más tenemos para contar. Contarle no solamente a los
que nos rodea; iremos más allá y por ende a todos aquellos que nos interesan
como los nietos y si no los tenemos, hay muchos niños en donde podemos hacer
labor social y a la vez llevar la Palabra de Dios. Nos volveremos quizá
maestros persistentes pero con la mente puesta en una misión para cumplir. Ya
son muchos los años que han pasado y cada época es una nueva historia lista
para ser narrada (v. 17).
Soberano Señor: Hago
memoria de Loida la abuela de Timoteo tu fiel hijo espiritual y deseo ser como
ella para poner en mis nietos esa semilla de la fe sincera en Ti. Deseo entre
juegos, mimadas y didácticas hacerlos crecer como hijos tuyos. Renueva cada día
mis fuerzas para estar lista cuando llegue el momento de convertirme en su
instructora. Gracias por Juanita y los demás nietos que vendrán. ¡Te alabo
Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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