jueves, 8 de diciembre de 2016

Abuelos aptos como instructores de tu Palabra

Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido. 
Salmo 71:18.

Lectura: Salmo 71:1-24.  Versículo del día: Salmo 71:18.

MEDITACIÓN DIARIA

Ahora que ya soy abuela, me gusta mucho más este versículo. Dicen que los abuelos somos consentidores y alcahuetes, pero aquí dice algo importante que no debemos olvidar: “hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido”. Yo le pedía al Señor que me permitiera ver los nietos y bueno, ya con Juanita empecé a gozarlos. Pero deseo tanto no solamente consentirla, mecerla y arrullarla sino también sentarla en mi regazo para contarle las proezas que el Señor ha hecho con nuestras vidas. Por eso: “No me rechaces cuando llegue a viejo;  no me abandones cuando me falten las fuerzas” (v. 9). Renueva mis fuerzas cada día Señor.
Sé que sus padres lo harán, pero el anhelo de tenerla cerca narrándole en especial la grandeza de nuestro Dios e instruyéndola en su andar conforme a la Palabra retumba en mi mente, convirtiendo ese deseo en una bendita esperanza: “Todo el día repetirá mi lengua la historia de tus justas acciones” (v. 24).
Y es que entre más recibimos del Señor, mucho más tenemos para contar. Contarle no solamente a los que nos rodea; iremos más allá y por ende a todos aquellos que nos interesan como los nietos y si no los tenemos, hay muchos niños en donde podemos hacer labor social y a la vez llevar la Palabra de Dios. Nos volveremos quizá maestros persistentes pero con la mente puesta en una misión para cumplir. Ya son muchos los años que han pasado y cada época es una nueva historia lista para ser narrada (v. 17).

Soberano Señor: Hago memoria de Loida la abuela de Timoteo tu fiel hijo espiritual y deseo ser como ella para poner en mis nietos esa semilla de la fe sincera en Ti. Deseo entre juegos, mimadas y didácticas hacerlos crecer como hijos tuyos. Renueva cada día mis fuerzas para estar lista cuando llegue el momento de convertirme en su instructora. Gracias por Juanita y los demás nietos que vendrán. ¡Te alabo Señor!

Un abrazo y bendiciones. 

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