Si mi pueblo tan sólo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos.
Salmo 81:13.
Lectura: Salmo
81:1-16. Versículo del día: Salmo 81:13.
MEDITACIÓN DIARIA
Antes yo criticaba al
pueblo de Israel y me parecía demasiado incrédulo y desobediente ante tantas maravillas de Dios con ellos. Lo
triste es que después de un tiempo el Señor me mostró que los suyos, su
Iglesia, somos exactamente iguales. “Te he quitado la carga de los hombros; tus
manos se han librado del pesado cesto. En tu angustia me llamaste, y te libré
(vv. 6-7). Si hay algo de lo que tengamos que darle gracias al Señor es de la
liberación que ha producido el conocerle. No solamente ha sido el peso del
pecado sino el peso que nos atormentaba en diferentes áreas de nuestra vida.
Saber que es el mismo Señor que está ahí para tendernos su mano y rescatarnos
es alentador. No todos gozan de semejante privilegio. Sin embargo, ahora poco o
nada parece valernos eso.
Escuchemos su voz: “¡ay
Israel, si tan sólo me escucharas! No tendrás ningún dios extranjero, ni te
inclinarás ante ningún dios extraño. Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de la
tierra de Egipto” (vv. 8b-10a). Nos sacó de la esclavitud del pecado y tal
pareciera que eso no nos importa. Creemos que solamente ellos tenían ídolos, o
que los ídolos les pertenecen a religiones tradicionales y no es así. Todo lo
que antepongamos a Dios ya es un ídolo. No necesitamos inclinarnos ante un dios
extranjero ni extraño si primero que Dios va el cónyuge, el hijo, el trabajo,
el carro, el deporte, etc., etc. Es tan fácil hacer ídolos que ni siquiera nos
damos cuenta en qué momento desplazamos a nuestro Dios por algo superfluo.
Estas palabras del
Señor son para los que ahora somos su pueblo. Si lo hacemos, continua con los
siguiente: “¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos, y volvería mi mano contra
sus adversarios!” (v. 14). ¿Diremos que no tenemos enemigos? No nos engañemos,
es el enemigo quien se interpone para conseguir trabajo, para destruir hogares
con riñas y peleas, para desviar a los hijos de la fe, para conseguir enemigos
‘a priori’. El enemigo, nuestro adversario siempre está trabajando las 24 horas
viendo a quien puede devorar.
Busquemos al Señor con
corazón sincero y démosle el lugar de preeminencia que se merece. No el último
lugar de nuestras vidas.
Amado Dios: Somos
conscientes que ahora somos tu pueblo adquirido, tu nación santa, y queremos
rendirte toda la pleitesía que mereces como el Señor de señores y Rey de reyes
que un día te dijimos que lo fueras. Enséñanos a no buscar otros dioses que nos
desvíen de la senda que nos tienes trazada. ¡Gracias buen Señor! ¡Te alabamos y
bendecimos tu Nombre!
Un abrazo y
bendiciones.
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