Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra. Mateo 2:11.
Lectura: Mateo
2:1-12. Versículo del día: Mateo 2:11.
MEDITACIÓN DIARIA
Estos sabios de Oriente
conocidos también como reyes magos estaban pendientes de las estrellas, siendo
entendidos por algunos como astrólogos y por otros como astrónomos. Ellos
comprendieron el significado del acontecimiento y por eso fueron a buscarle. No
les importó pasar desiertos, ir sedientos, agobiados y cansados con tal de
llegar a conocer al rey de los judíos: “¿Dónde está el que ha nacido rey de los
judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo”
(v. 2). Los sabios de Oriente le presentaron al Niño Jesús oro, incienso y
mirra. Con el oro, lo reconocieron como Rey; con el incienso como Dios y con la
mirra como hombre. Según se dice, el oro representa la realeza, el incienso el
sacerdocio y la mirra el sufrimiento. La realeza: “En su manto y sobre el muslo
lleva escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Apocalipsis 19:16).
El sacerdocio: “Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran
sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos”
(Hebreos 4:14). Y el sufrimiento: “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y
molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra
paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados (Isaías 53:5).
Todos nosotros también
hemos ido en busca de Aquel Niño que es Rey, Dios y hombre. Quizá también para
encontrarlo hemos atravesado desiertos áridos; hemos caído a sus pies rendidos
y sin fuerzas con el ánimo de entregarle tal vez lo único que poseemos: nuestro
corazón. Entonces caminemos a su lado y adorémosle como lo que es: Jesucristo
el Rey, verdadero Dios y verdadero hombre.
Amado Señor: Que el
caminar Contigo nos recuerde siempre que vamos al lado del Rey, del Sacerdote y
del hombre que eres. Que sepamos darte la exaltación que mereces como el Gran
Rey de reyes; como el Sumo Sacerdote y como el Mesías sufriente quien viniste a
pagar por todas nuestras transgresiones. Te entregamos nuestra vida, es el
regalo que te podemos ofrecer para que la tomes y moldees de acuerdo a tu
infinita sabiduría. Gracias buen Jesús.
Un abrazo y
bendiciones.
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