Porque han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Lucas 2:30-32.
Lectura: Lucas 2:21-45. Versículos del día: Lucas 2:30-32.
MEDITACIÓN DIARIA
Simeón era un hombre
justo y devoto y esperaba ansioso la venida del Mesías. El Espíritu Santo le
había revelado que no moriría sin antes haber visto a Cristo, el Señor, y fue
al templo a esperarlo sabiendo que sus padres lo llevarían para cumplir con lo
establecido en la ley (vv. 22-27). Cuando llevaron al Niño para presentarlo,
este hombre estaba allí. Ahora sí podía morir tranquilo; sus ojos vieron al
Salvador del mundo y dice que Jesús es la
luz que ilumina a las naciones.
Jesús corroboró estas
palabras acerca de Él: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12a). Y todos decimos
saber que es la Luz del mundo; sin embargo poca atención le ponemos a esa Luz
que emana rayos luminosos. Se nos olvida además, que este mismo Jesús también pronunció
lo siguiente: “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una
colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un
cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que
están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos” (Mateo 5:14-15).
Nosotros los cristianos
podemos morir tranquilos igual que Simeón, porque también nuestros ojos han
visto la salvación. Pero de las otras palabras que el Señor pronunció en el
Sermón del monte, ¿qué vamos a decir? ¿Si estamos haciendo brillar nuestra luz
delante de todos? Es una responsabilidad que no podemos evadir. El Señor no
dijo: ‘si quieren’ o ‘pueden’; dio una orden en imperativo: “Hagan brillar su
luz delante de todos”. Admiro a los Testigos de Jehová por el frenesí con el
que predican sobre su fe y me pregunto el porqué no tenemos ese denuedo para compartir
de nuestro Salvador. ¿Cuál será el ingrediente que nos falta? ¿Fe, perseverancia,
diligencia, humildad, amor?
Se está acabando el
2016. Creo que sería una bonita oportunidad para comprometernos con el Señor para
el año 2017 a evangelizar y ser luz en medio de tantos que no le conocen o que
dicen conocerlo pero no es así.
Amado Señor: Muchas
gracias te damos porque reconocemos que has venido a traernos paz. Has venido a
reconciliarnos con Dios Padre y llenarnos de gozo. Jesús, que este regalo
maravilloso no se quede solamente para nosotros; permítenos llevar esa luz que
eres Tú, por donde quiera que caminemos para cumplir con tu mandato. ¡Danos
denuedo Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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