No te quedes tan lejos de mí, porque se acercan dificultades, y nadie más puede ayudarme. Salmo 22: 11 NTV.
Lectura: Salmo 22:1-15. Versículo del día: Salmo 22:11.
MEDITACIÓN DIARIA
“Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos cuando gimo por ayuda?”
(v. 1). A veces estamos tan cargados y agobiados que nos sentimos abandonados;
como lejanos de su presencia y le preguntamos al Señor el porqué de esa
situación. Pienso que lo exclamado por David en este Salmo a menudo nos pasa
también. La gente que no está empapada de la Palabra de Dios empieza a
cuestionarnos y están listos para juzgarnos y lanzarnos frases como éstas: “¿Este
es el que confía en el Señor? Entonces ¡que el Señor lo salve! Si el Señor lo
ama tanto, ¡que el Señor lo rescate!” (v. 8). Es que palabras más palabras
menos, eso es lo que nos dicen.
“¡Oh Señor, no te
quedes lejos! Tú eres mi fuerza, ¡ven pronto en mi auxilio!” (v. 19). Así como
David abría su corazón al Señor haciéndole saber su debilidad y su angustia,
así debemos nosotros dirigirnos al Señor. ¿Para qué le vamos a mentir? Él lo
sabe todo y nada de lo nuestro se le ha escapado; no tenemos que hacernos los
invencibles. Si por algo Dios amaba a David, era por la sinceridad de su
corazón. Estoy convencida que si estoy afligida, si estoy llorando no puedo
presentarme y decirle lo contrario. Me puedo engañar y engañar a los demás,
pero con Dios no lo puedo hacer. Más bien debo estar segura de que esa
situación servirá para que después de levantarme lo proclame con más ansia
delante de los suyos y de los que no creen. Para que nuestros hijos también le sirvan e
incluso los que no han nacido, un día sepan de las maravillas y proezas que
realizó en medio de nosotros (vv. 30-31). ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!
Amado Señor: bien sé yo
que toda dificultad es para bien. Tú mismo dijiste que en este mundo tendríamos
aflicciones pero que confiáramos en Ti, porque tú venciste al mundo. En medio
de mis dificultades sé que eres el único que puede venir en mi ayuda. Acudo a
Ti porque no tengo a nadie más para ir. Gracias Señor por ser mi socorro y mi
libertador. ¡En Ti puedo confiar!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario