miércoles, 14 de septiembre de 2016

Convertirnos en un Jonás

Jonás se fue hacia Nínive, conforme al mandato del Señor. Ahora bien, Nínive era una ciudad grande y de mucha importanciaJonás 3:3.

Lectura: Jonás  3:1-10. Versículo del día: Jonás 3:3.

MEDITACIÓN DIARIA

Después de ser expulsado por el pez Jonás obedeció y se fue a Nínive, proclamando el mensaje que Dios le había dado para que la gente se arrepintiera: “¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida! Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento” (vv. 4b-5). Lo interesante es que Nínive a pesar de su importancia, volteó los ojos al Señor, y el Señor los perdonó. Hasta el rey de allí al escuchar el mensaje de Jonás se levantó de su trono para decretar que toda persona y animal entrarían en ayuno completo y les ordena dejar el mal camino y arrepentirse de sus hechos violentos con la esperanza de que Dios cambiara de parecer y no los destruyera (vv. 7-9). Así sucedió: “Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado”.
Miremos la bondad y misericordia de Dios. Él nunca deja por puertas al pecador arrepentido. Lo interesante de este pasaje es hasta dónde penetró el mensaje de Jonás que hizo incluso que su mandatario también clamara a Dios pidiendo perdón. Definitivamente cuando las personas se humillan y voltean los ojos a su Creador, Él les escucha. “si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra” (2 Crónicas 7:14). Ahí está la promesa. Dios no miente. Dios puede restaurar nuestra tierra y perdonar el pecado de nuestra nación. Volteemos los ojos hacia Él para que tengamos la anhelada paz. Aquí entra dejar el odio, el rencor y la venganza. Perdonemos y también recibiremos perdón. Convirtámonos en un Jonás cada uno de nosotros. Pregonemos arrepentimiento para que nuestras tierras no sean destruidas.

Amado Señor: Muchas gracias porque solamente Tú nos miras con compasión y esperas hasta el último momento deseando que el hombre pecador se arrepienta. Te pedimos perdón por los pecados de nuestro país. Por tanto odio y resentimiento generados por la violencia y la injusticia social. Enséñanos a perdonar para de ese mismo modo recibir el tuyo y que nuestra tierra pueda ser restituida y restaurada junto con las personas que la habitan. Gracias buen Dios.

Un abrazo y bendiciones.

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