Cristo es la piedra viva, rechazada por los seres humanos pero escogida y preciosa ante Dios. 1 Pedro 2:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Cristo no es cualquier
piedra, es la más preciosa de todas; ni siquiera un diamante se le puede
comparar porque esta piedra es incomparable. Lo triste es que apreciamos y
desearíamos tener las mejores piedras preciosas con nosotros; pero esta, que
vive, que tiene un valor insuperable y resplandece con sus rayos luminosos
alumbrando el camino, está rezagada. A un lado porque el hombre ciego no
alcanza a percibir su valor. Por eso dice: “rechazada por los seres humanos”
porque “Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron” (Juan 1:11).
Si valoramos por su
belleza y esplendor un diamante, ¿cuánto más entonces deberíamos valorar a
Cristo? Dejémonos seducir y querer poseer entre nosotros la piedra que sí vale.
Las demás son míseras y en vez de edificarnos nos hacen tropezar.
“Así dice la Escritura:
Miren que pongo en Sión una piedra principal escogida y preciosa, y el que
confíe en ella no será jamás defraudado” (v. 6 en la lectura). Si nos aferramos
a esa piedra principal, podemos ir cimentando y levantando una casa espiritual.
Yo te pregunto: ¿Quieres ser parte de los que edifican una casa espiritual?
Cógete de esa preciosa piedra y guárdala dentro de lo más profundo de tu
corazón. Mira que hay una promesa: “no serás jamás defraudado”.
Amado Jesús: Tú eres
esa Piedra preciosa. En verdad los que te hemos buscado tenemos el mayor tesoro
que alguien pueda poseer. ¡Gracias mi Señor! Gracias porque eres la Piedra viva
que todos necesitamos para sobre ella seguir edificándonos. Enséñanos a
valorarte y guardarte como la joya más preciada en nuestras vidas. ¡Te amamos
Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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