jueves, 18 de febrero de 2016

Seducción, amor, disciplina y formación




¡Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo, y me venciste. 
Jeremías 20:7.


Lectura: Jeremías 20:7-18.  Versículo del día: Jeremías 20:7.

MEDITACIÓN DIARIA

La vida cristiana no es como muchos la pintan de casa, carro y beca; no, de ninguna manera porque como a todo ser humano nos llegan tribulaciones y unas más fuertes que otras.
Jeremías al igual que Elías y otros personajes de la Biblia también pasaron por momentos críticos donde se cuestionaban incluso, el haber nacido. Con el Señor vivimos felices hasta cuando nos tocan los desiertos áridos y sedientos; y “Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza” (Proverbios 24:10). ¿Cómo podríamos saber si somos fuertes o si de verdad confiamos en el Señor si no vinieran pruebas? ¿Cómo exaltaríamos su Nombre si no fuera porque antes nos ha manifestado su victoria en la congoja? Creo que todo esto encierra en sí, la seducción del Señor hacia nosotros.
El Señor nos cautiva y ese primer amor con Él es maravilloso; ojalá siempre siguiéramos así. Sin embargo necesitamos que por ese mismo amor seamos disciplinados “Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido” (Proverbios 3:12). Ante esto, ¿quién puede luchar contra el Señor? Él sabe cómo tratar a cada uno, bien sea por formación cristiana o porque simplemente es soberano.
Como conclusión diría que la seducción y el amor del Señor van de la mano con la disciplina y formación de la buena obra por la que un día nos buscó. 

Amado Señor: como el más puro y sincero de los novios nos sedujiste con tu amor y el aliento se nos va cuando a tu lado estamos. ¡Eres más fuerte Señor y nos venciste! Nos venciste para que aprendiéramos a rendirnos a tus pies y nos diéramos cuenta que si no es contigo, no somos ni valemos nada. ¡Gracias Señor por enamorarnos cada día más de Ti!

Un abrazo y bendiciones.

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