¡Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo, y me venciste.Jeremías 20:7.
Lectura: Jeremías
20:7-18. Versículo del día: Jeremías
20:7.
MEDITACIÓN DIARIA
La vida cristiana no es
como muchos la pintan de casa, carro y beca; no, de ninguna manera porque como
a todo ser humano nos llegan tribulaciones y unas más fuertes que otras.
Jeremías al igual que
Elías y otros personajes de la Biblia también pasaron por momentos críticos
donde se cuestionaban incluso, el haber nacido. Con el Señor vivimos felices
hasta cuando nos tocan los desiertos áridos y sedientos; y “Si en el día de la
aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza” (Proverbios 24:10). ¿Cómo
podríamos saber si somos fuertes o si de verdad confiamos en el Señor si no vinieran
pruebas? ¿Cómo exaltaríamos su Nombre si no fuera porque antes nos ha
manifestado su victoria en la congoja? Creo que todo esto encierra en sí, la
seducción del Señor hacia nosotros.
El Señor nos cautiva y
ese primer amor con Él es maravilloso; ojalá siempre siguiéramos así. Sin
embargo necesitamos que por ese mismo amor seamos disciplinados “Porque el
Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido”
(Proverbios 3:12). Ante esto, ¿quién puede luchar contra el Señor? Él sabe cómo
tratar a cada uno, bien sea por formación cristiana o porque simplemente es
soberano.
Como conclusión diría
que la seducción y el amor del Señor van de la mano con la disciplina y formación
de la buena obra por la que un día nos buscó.
Amado Señor: como el
más puro y sincero de los novios nos sedujiste con tu amor y el aliento se nos
va cuando a tu lado estamos. ¡Eres más fuerte Señor y nos venciste! Nos venciste
para que aprendiéramos a rendirnos a tus pies y nos diéramos cuenta que si no
es contigo, no somos ni valemos nada. ¡Gracias Señor por enamorarnos cada día
más de Ti!
Un abrazo y
bendiciones.
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