—Esto es lo que está escrito —les explicó—: que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día, y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.Lucas 24:46-47.
Lectura: Lucas
24:36-49. Versículos del día: Lucas 24:46-47.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando Jesús se aparece
a sus discípulos ellos se asustan porque creen estar viendo a un espíritu, pero
el Señor los calma y les pregunta: “¿Por qué les vienen dudas? Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo!
Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo
yo” (vv. 38-39). Les explica que cuando estaba con ellos les decía que tenía
que cumplirse todo lo escrito acerca de Él en la ley de Moisés, en los profetas
y en los Salmos. “Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran
las Escrituras” (v. 45).
Leyendo esta porción de
la Biblia y meditando en lo que fue la predicación de ayer en mi nueva Iglesia
de Broward, que hablaba sobre la renovación que se produce en cada uno de
nosotros al aceptar que Cristo Jesús resucitó, llego a entender lo que implica
ser nueva creación (2 Corintios 5:17). Entonces viene a mi memoria la transformación
completa que tuvieron sus discípulos empezando por Pedro. Aquel hombre que lo
negó, que temió hablar de él y lo contemplaba desde lejos cuando lo apresaron,
es el mismo que después nos afirma: “¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la
resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos
una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable” (1 Pedro 1:3-4).
¡Hasta dónde Pedro dispuso su corazón para que todo en él fuera nuevo! Es de
admirar que un simple pescador nos pudiera dejar tanta enseñanza. “Pero Dios
escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil
del mundo para avergonzar a los poderosos. También escogió Dios lo más bajo y
despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es” (1 Corintios 1:27-28).
No dudemos de lo que
Dios puede hacer. Si ya hemos aceptado a Jesús y hemos reconocido lo que vino a
hacer en nuestro lugar, démosle la espalda al pecado arrepentidos sinceramente.
Dejémonos guiar ahora por el Espíritu Santo para que cada nuevo día sea también
un nuevo amanecer renovador y podamos en su Nombre predicar a otros este
mensaje de salvación. ¡Dios nos usará prodigiosamente!
Amado Señor: Gracias
porque Eres Tú mismo hablándonos y abriéndonos también el entendimiento para
que cada día podamos comprender mejor tu Palabra y de este modo ir renovados
hacia otros a llevarles el mensaje esperanzador de la salvación. ¡Gloria a Ti
Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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