Así dice el Señor: ‘Practiquen el derecho y la justicia. Libren al oprimido del poder del opresor. No maltraten ni hagan violencia al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derramen sangre inocente en este lugar.Jeremías 22:3.
Lectura: Jeremías
22:1-17. Versículo del día: Jeremías
22:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Aunque a todos nos
corresponde obrar como el Señor nos lo manda en el versículo del día, tal
pareciera que estas palabras conciernen más a los dirigentes y gobernantes. Sin
embargo las injusticias sociales se ven a menudo especialmente en nuestros
países tercermundistas, donde el rico quiere ser más rico pasando por encima
del pobre y del necesitado. Igual vemos con qué tranquilidad muchos mal
llamados empresarios, se aprovechan de las penurias de los desempleados, para
engañarlos y si acaso pagarles un salario irrisorio: “¡Ay del que edifica su
casa y sus habitaciones superiores violentando la justicia y el derecho! ¡Ay
del que obliga a su prójimo a trabajar de balde, y no le paga por su trabajo!”
(v. 13). Todos ellos tienen un ‘¡Ay!’ y a esta exclamación sí que se le debe
poner atención porque no está escrita porque sí; es muy delicado lo que Dios
nos quiere avisar cuando nos encontramos con un ‘¡Ay!’.
Dios les dice a los
reyes de esa época, o sea los gobernantes de ahora: que sólo desean llegar al
poder para actuar suciamente: “Pero tus ojos y tu corazón sólo buscan ganancias
deshonestas, sólo buscan derramar sangre inocente y practicar la opresión y la
violencia” (v. 17).
Pongamos mucha atención
en lo que Dios demanda de nosotros y empecemos a practicar como debe ser el
derecho y la justicia: “Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos
siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón”
(Proverbios 3:3), practicando el amor y la verdad podemos ser justos con el
prójimo. Y en cuanto a los que presiden una nación o pueblo, oremos por ellos
que es lo que nos corresponde hacer.
Amado Señor: Pon en
nuestros corazones el firme propósito de ser justos no solamente con los que
trabajan con nosotros, sino en general
con todos los que nos rodean. Permite que
tengamos en cuenta al huérfano, a la viuda y al extranjero como personas
especiales para ti. Oramos también por nuestros gobernantes y dirigentes para
que ellos te conozcan y ejerzan su gestión practicando el derecho y la
justicia. ¡Gracias buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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