miércoles, 24 de febrero de 2016

Jesús: la fuente de agua viva



Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—,  pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna. 
Juan 4:13-14.


Lectura: Juan 4:1-26.  Versículos del día: Juan 4:13-14.

MEDITACIÓN DIARIA

Jesús es el agua de vida que todos necesitamos. El Señor nos demuestra en este pasaje que no discrimina a nadie. Aunque los judíos y los samaritanos no se hablaban ni relacionaban entre sí, Jesús va más allá; dice la lectura que Él tenía que pasar por Samaria (v. 4); la versión Reina Valera dice: “Y le era necesario pasar por Samaria”. De todas maneras nos está queriendo afirmar que el pasar por Samaria tenía su propósito. Propósito bien definido para hacernos entender que Él vino no solo por el pueblo judío sino por todos los que deciden escucharle como esta mujer, a quien le pide agua (v. 8).  Ella se escandaliza: “¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana?” (v. 9). ¡Qué manera tan bonita de romper el hielo! El Señor como todo un caballero sabe muy bien hacer estas cosas. “—Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua —contestó Jesús—, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida” (v. 10).
¡Jesús la fuente de agua viva! No importa de dónde seas, ni tampoco si eres mujer o hombre y mucho menos si has pecado. Esta mujer había tenido cinco maridos y el que tenía en ese momento tampoco era su esposo (vv. 16-18). El Señor vino precisamente por los pecadores y la triste realidad es que todos lo somos; pero la alegría y buena noticia es que para todos está disponible el agua de vida que es Él. Todos estamos vacíos y sedientos hasta que llega Jesucristo a llenarnos completamente. El que tome de esa agua no volverá a tener sed y de su interior brotarán ríos de agua viva y esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna. Nadie más puede danos a beber de esa agua.
Si queremos tener vida eterna, tenemos que recurrir a la fuente inagotable que es el Señor Jesucristo; no hay otra manera. ¡Sáciate de Él! ¡Deja que te lave, que su agua corra por todo tu ser hasta sentir el refresco total!

Amado Señor Jesús: Gracias porque nos has mirado con ojos compasivos y también te has acercado a nosotros solo por amor. Amor inagotable que brota de tu esencia para saciarnos y calmar nuestra sed de caminantes errantes por el mundo. ¿A quién más vamos Señor? ¡Solo Tú tienes palabras de vida eterna! Haz que de esa fuente que nos has regalado, broten ríos de agua viva para llevar a otros hacia Ti. ¡Te amamos Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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