martes, 23 de febrero de 2016

Menguar el siervo para que crezca el Amo




A él le toca crecer, y a mí menguar. 
Juan 3: 30.


Lectura: Juan 3:22-30.  Versículo del día: Juan 3:30.

MEDITACIÓN DIARIA

¿Será que si somos capaces de menguar para que el Señor crezca en nosotros? Juan el Bautista era consciente que él era solamente el que iba abriéndole camino. No le importó ser reconocido por su labor de bautizar y supo evangelizar a través de su ministerio; pero cuando Dios le dijo ‘hasta aquí”, paró y no le costó porque sabía que esa era la voluntad del Padre.
Después de recibir al Señor como Salvador de nuestras vidas, tenemos que dejar que Él haga su obra en cada uno porque recordemos que ante todo nuestro Dios, es todo un caballero y no va a entrometerse si no le damos permiso. Ahí es, en donde tenemos que ser sabios y si de verdad le hemos dicho que sea nuestro Señor, es porque le hemos dado paso a que entre y maneje todos nuestros asuntos. Es que no son solamente los que nos gusten o queramos, son todos; y la única manera de permitirle crecer en nuestras vidas, es tumbando el ego sentado desde siempre en el trono, para que el Rey de reyes y Señor de señores se siente y empiece a desplazar prioridades vanas, por las que son para vida eterna.
¡No es tan fácil! El orgullo, la vanagloria, la vanidad y la presunción de este mundo al que todavía estamos atados por la naturaleza pecaminosa, nos arrastran. Como decía el apóstol Pablo: “¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?  ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:24-25). Sí gracias a Dios que el Señor Jesucristo nos conoce y a través de su Santo Espíritu, día tras día va haciendo su obra regeneradora. Solo tenemos que reconocer que no podemos hacerlo solos y decirle al Señor que actúe Él. Es decir, menguar el siervo para que crezca el Amo

Amado Señor Jesús: No somos nada ni nadie para indicarte o impedirte que sigas creciendo en nosotros. Perdona el olvidarnos que eres el Amo y Señor de nuestras vidas y no darte la cabida necesaria para que sigas obrando. Queremos presentarnos ante Ti como la mejor de las ofrendas ofrecidas: limpios y lavados en todas las áreas de nuestras vidas para servirte y amarte con todo el corazón, toda nuestra mente y todas nuestras fuerzas. ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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