lunes, 15 de febrero de 2016

Al Cordero inmolado todo honor y gloria




Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: ¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! 
Juan 1:29.


Lectura: Juan 1: 29-34.  Versículo del día: Juan 1:29.

MEDITACIÓN DIARIA

Juan el Bautista al nombrar al Señor como el Cordero, está afirmando que Él es el sacrificio total y perfecto dispuesto por Dios. Recordemos que en el Antiguo Testamento Dios ordenó una vez al año hacer expiación por los pecados del pueblo judío. Este era el día de la expiación donde se sacrificaba a machos cabríos y becerros. El Señor Jesucristo al presentarse como sumo sacerdote entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo a pagar con su propia sangre el pecado de toda la humanidad, logrando así un rescate eterno (Hebreos 9:11-14). ¡Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! Quien acepte su sacrificio será salvo porque ya no existe otra manera de expiación.
Es tanta la bondad de Dios que no se necesita nada más para obtener el perdón. Solo basta con reconocer a Jesús como Señor y Salvador personal y obtener la gracia divina de la salvación. Sin duda alguna, es el mejor regalo recibido. ¡Al Cordero inmolado, Gloria por siempre!

Amado Señor: El sacrifico tuyo bastó para limpiarnos completamente del pecado. Tu preciosa sangre ha sido derramada solamente para que contigo obtuviéramos la victoria y derrotáramos al enemigo. Perdona que en nuestro poco entender no alcanzamos a vislumbrar la magnitud de lo que hiciste por nosotros con tu muerte cruel. De verdad Señor que no tenemos palabras para demostrarte nuestra gratitud. Cantamos con todas nuestras fuerzas como los millares de millones de ángeles alrededor de tu trono: “¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!”.

Un abrazo y bendiciones.

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