Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: ¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!Juan 1:29.
Lectura: Juan 1:
29-34. Versículo del día: Juan 1:29.
MEDITACIÓN DIARIA
Juan el Bautista al
nombrar al Señor como el Cordero, está afirmando que Él es el sacrificio total
y perfecto dispuesto por Dios. Recordemos que en el Antiguo Testamento Dios
ordenó una vez al año hacer expiación por los pecados del pueblo judío. Este
era el día de la expiación donde se sacrificaba a machos cabríos y becerros. El
Señor Jesucristo al presentarse como sumo sacerdote entró una sola vez y para
siempre en el Lugar Santísimo a pagar con su propia sangre el pecado de toda la
humanidad, logrando así un rescate eterno (Hebreos 9:11-14). ¡Él es el Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo! Quien acepte su sacrificio será salvo
porque ya no existe otra manera de expiación.
Es tanta la bondad de
Dios que no se necesita nada más para obtener el perdón. Solo basta con
reconocer a Jesús como Señor y Salvador personal y obtener la gracia divina de
la salvación. Sin duda alguna, es el mejor regalo recibido. ¡Al Cordero
inmolado, Gloria por siempre!
Amado Señor: El
sacrifico tuyo bastó para limpiarnos completamente del pecado. Tu preciosa
sangre ha sido derramada solamente para que contigo obtuviéramos la victoria y
derrotáramos al enemigo. Perdona que en nuestro poco entender no alcanzamos a
vislumbrar la magnitud de lo que hiciste por nosotros con tu muerte cruel. De
verdad Señor que no tenemos palabras para demostrarte nuestra gratitud. Cantamos
con todas nuestras fuerzas como los millares de millones de ángeles alrededor
de tu trono: “¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el
poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la
alabanza!”.
Un abrazo y
bendiciones.
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